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Minerva, María Teresa y Patria Mirabal fueron víctimas del trujillato

Minerva, María Teresa  y Patria Mirabal fueron víctimas del trujillato

Uno de los implicados en su asesinato, el capitán Víctor Alicinio Peña Rivera, relata que el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina impartió instrucciones para el crimen

CHICHI DE JESUS REYES

chichidejesusreyesgmail.com

A principios de enero de 1960 los cuerpos represivos de la dictadura de Rafael L. Trujillo habían descubierto la conspiración del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, dirigido a poner fin a 30 años de un régimen de oprobio.

Los dirigentes y miembros de la agrupación a nivel nacional fueron detenidos y salvajemente torturados en la cárcel La 40, ubicada en una antigua residencia del general Juan Tomás Díaz, en lo que hoy se conoce como Avenida de Los Mártires, en el sector Cristo Rey.

Desde este centro penitenciario, semanas después, fueron enviados a la cárcel La Victoria, que comandaba el coronel Nivar Ledesma.

Entre los detenidos figuraban el mentor del movimiento, el doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, y el ingenio Leandro Guzmán, junto a sus esposas Minerva y María Teresa Mirabal.

Las dos damas, por orden expresa del dictador fueron dejadas en libertad y trasladadas a su residencia en la comunidad Ojo de Agua, de Salcedo.

Ellos eran los representantes auténticos de una juventud que decidió acabar con el régimen de oprobios y vejaciones.

Todas las semanas las dos damas se trasladaban a Santo Domingo a visitar a sus esposos, y como parte cardinal de la emboscada diseñada por Trujillo para asesinar a las Mirabal, se dispuso el traslado de los dos prisioneros a la cárcel pública de Salcedo, “con el interés de facilitar las visitas semanales de las damas a sus cónyuges”. En la orden se hace constar que la media fue dispuesta directamente por Trujillo.

En esos días el jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el temible Johnny Abbes García, había salido nominalmente de la dirección del cuerpo represivo y en su lugar se designó de manera inorgánica al mayor de la Marina de Guerra Cándito Torres Tejeda, quien de inmediato se trasladó a Santiago a estructurar el macabro plan contra las Mirabal.

En la ciudad cibaeña, Torres Tejeda se reunió de manera confidencial con el jefe del SIM en el Cibao, el capitán Víctor Alicinio Peña Rivera, a quien textualmente dijo: “Vengo de parte del ministro de las Fuerzas Armadas, mayor general José René Román Fernández (Pupo), para que dispongas el traslado a Puerto Plata de los esposos de las Mirabal que están en la cárcel de Salcedo. Diles que estamos esperando una introducción de armas clandestinas, y como esperamos capturar a los contrabandistas, necesitamos tenerlos en el área de los hechos para que ellos nos ayuden a determinar si esas personas pertenecían al movimiento 14 de Junio. Explicarles que tan pronto termine la operación serán regresados a Salcedo; que contra ellos no hay nada, y que sus esposas pueden visitarles como de costumbre”.

Luego de una breve pausa, Torres Tejeda instruyó a Peña Rivera de esta manera:

–“Una vez traslados (Tavárez Justo y Guzmán), tu deberás preparar una emboscada a las Mirabal en la carretera, matarlas y simular un accidente automovilístico, sin que nadie quede vivo. Esa es el deseo del Jefe” (Trujillo).

En su libro “ Trujillo, la historia oculta de un dictador”, el propio Peña Rivera relata que comunicó al jefe del SIM las condiciones de popularidad y respeto de las Mirabal a todo lo largo de la provincia Salcedo. Textualmente le dijo: “—Oye Candito, esas mujeres son muy conocidas y todo el mundo sabe de sus problemas con el Gobierno, de morir violentamente, pensarán que las manos del SIM estarán en el asunto, y como yo soy el jefe en la región, pensarán en mí más que en ningún otro.

Para mí esta es una situación muy difícil; recuerde que yo compré la finca que le confiscó el Gobierno a Pedro González, esposo de una de las Mirabal, y el terreno está en el mismo vecindario donde ellas viven.

Piensa cual será mi posición teniendo que desenvolverme entre aquellas personas, que en ese lugar constituyen una sola familia. ¿No te das cuentas que pongo a mi familia en un gran riesgo?”, advirtió el jefe del SIM en el Cibao.

Al día siguiente del encuentro Candito envió a Santiago al cabo Ciriaco de la Rosa, hombre de horca y cuchillo, quien junto a los agentes Alfonso Cruz Valerio, Ramón Emilio Rojas Luna, Néstor Pérez Terrero, y Emilio Estrada Malleta tenían instrucciones precisas de cumplir la orden del Generalísimo. En la mañana del 18 de noviembre los asesinos salieron a la sinuosa carretera La Cumbre a cometer el múltiple crimen, pero regresaron porque las Mirabal estaban acompañadas de niños. El 22 tampoco materializaron el hecho por las mismas circunstancias.

El día 25 el grupo de sicarios se paseó en los alrededores de la fortaleza San Felipe, de Puerto Plata y comprobó que Minerva y María Teresa visitaban a sus esposos, en compañía de su hermana Patria y el chofer Rufino de la Cruz.

A pocos kilómetros de la salida de Puerto Plata, por Jamao, los agentes del SIM esperaron la llegada de jeep en que viajaban las damas, detuvieron el vehículo y apresaron a sus víctimas, a quienes asesinaron salvajemente a palos y sus cadáveres lanzados por un accidentado precipicio.

Horas más tarde el periódico El Caribe publicaba en primera pagina la noticia del “lamentable accidente”.

Durante el novenario el jefe del SIM en el Cibao, capitán Peña Rivera y el gobernador de Salcedo, fueron llamados al despacho del generalísimo en Santo Domingo y les entregaron una carta que la madre de las Mirabal debía firmar, en la que la familia aceptaba que “efectivamente había ocurrido un accidente, y que el mismo había causado la muerte de sus hijas y del chofer De la Cruz”.

¡Cincuenta y tres años se cumplen este mes del cruel asesinato de las heroicas hermanas Mirabal y seis meses antes se cumplieron 52 del complot que dio al traste con la vida del dictador!))

El Nacional

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