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Hasta que el presidente Joaquín Balaguer inició el proceso novedoso de las zonas francas en 1971 por sugerencia luminosa del recordado líder empresarial Víctor Manuel Espaillat Mera, la referencia fundamental de la economía provino siempre de la producción agropecuaria desde el inicio de la colonización de la isla Española por el Almirante Cristóbal Colón en 1492.
El fomento del ganado vacuno, porcino y caprino, y la explotación de maderas preciosas, Caoba, Roble, Cedro y Ébano verde y negro, y las de menor rango, Campeche, Guayacán, Dividivi, Cambrón, Guaconejo, Guatapaná, y otras, constituyó siempre el ciclo productivo de riqueza de toda La Española.
Cuando se produjo la Anexión a España en el reinado de Isabel II, en 1861 por consenso de la reducida burguesía que usó de esquirol al hatero Pedro Santana, no una acción inconsulta como reza la canción nacional de “y si pudo inconsulto caudillo, de otras glorias el brillo empañar”, porque un episodio de esa magnitud resulta imposible entender concebida por una sola persona, la economía tabaquera del Cibao sustituyó la economía hatera y de explotación maderera protagonistas desde el inicio de la colonia.
La guerra restauradora iniciada el 16 de agosto de 1863 con el grito de Capotillo Español, próximo a Dajabón, por 13 ungidos de la gloria patria, el pivote motivacional fundamental fueron los reiterados saqueos por las tropas españolas de ocupación de las cargas de tabaco que los cosecheros del Cibao transportaban en recuas de mulos para exportar al muelle de Puerto Plata, en el trayecto por la cordillera Septentrional.
La agropecuaria fue el soporte básico de la economía, y no obstante la irrupción de las zonas francas y luego el turismo, la agropecuaria sigue siendo la fuente de mayor empleo y riqueza, consignando que el sector turismo demanda más de RD$100 mil millones al año de productos agropecuarios dominicanos.
Con esta entrega, completo un artículo del ingeniero agrónomo Manuel Fermín publicado en Listín Diario del pasado 29 de abril, alusivo a los grandes propulsores de la riqueza agropecuaria, que con justeza exalta como héroes del agro.
Ingenieros Alejandro Luna Pereyra, Ángel María Pichardo, Marcelo Jorge Pérez, Carlos Ramón Domínguez, Juan Henderson Madera, Italo Russo, Luis Bonnett, Manuel de Jesús Viñas Cáceres (Meme), José Luna, Aquiles Farías Cabral, Pablo Mercedes Medina, Luis Crouch Bogaert, Juan Pablo Duarte hijo, Freddy Saladín, ingeniero belga Luis Bogaert, pionero de canales de riego para explotar cultivos de arroz en Mao, Salvador Dájer Hane, Jacobo de Lara, Joscelín Rodríguez Conde, José Antonio Martínez Rojas, Mario Cáceres, Frank Tejada, César de Lara.
Agrónomo Mario Mathiss Ricart, que inició la tecnificación de punta de la Secretaría de Agricultura cuando fue titular de la cartera en 1964, asistido por don Luis Tirado, ingeniero Federico Medrano Basilis, y los agrónomos Ligio Tavárez Miolán, Héctor Mena Valerio, Luis Tirado Fermín, Carlos Eugenio Aquino González.
Agrónomo Hipólito Mejía Domínguez, que impulsó 400 programas técnicos cuando fue ministro de Agricultura en el gobierno del presidente Antonio Guzmán, proyectos que fueron concebidos originalmente por el presidente Guzmán cuando se desempeñó como titular de Agricultura en el gobierno del presidente Juan Bosch, impedido de desarrollar por el artero golpe de Estado.
Jaime Viñas Román, Héctor Luis Rodríguez, Rafael Sanabia y Otto González Sánchez, los primeros médicos veterinarios dominicanos graduados en la Universidad de Cali, Colombia en 1948.
