Opinión

Presencia economica

Presencia economica

La Eurozona (integrada por 17 países que han adoptado el euro como moneda común) y Estados Unidos, en su lenta y frágil recuperación económica, envían señales de incertidumbre sobre la marcha del comercio en la región latinoamericana y caribeña.

 En efecto, por los predios de la Unión Europea (UE) cunde el cuestionamiento a los pretendidos efectos curativos del acuerdo de rescate financiero a las economías de Grecia y España, entre otras. ¿Cómo ignorar el hecho cierto de  que esos nuevos préstamos para “rescatar” a entidades bancarias al borde del colapso financiero se hacen acompañar de una rigurosa condicionalidad en la ejecución presupuestal?

La austeridad fiscal que ha estado aplicando la UE allana el camino para una nueva recesión. El recorte desproporcionado del gasto público frena el crecimiento económico, incrementándose de esa manera el desempleo, a la vez que se reduce la demanda interna de bienes y servicios. Las protestas sociales y políticas en  los países europeos están a la orden del día.

 Con sobrada razón el  Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DAES) de Naciones Unidas, al evaluar el desempeño económico mundial durante el primer semestre del 2012, enfatizó que la continua crisis del euro sigue siendo una gran amenaza para la economía mundial.

 España ha estado  en la picota pública por sus graves problemas fiscales y acaba de acudir  presurosa a tocar las puertas del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), tal como lo había hecho recientemente Grecia, generando desconfianza en los centros financieros internacionales.

 La economía europea se resiente y experimenta ralentización (lentitud) en su ritmo de crecimiento. Los países subdesarrollados avanzan en los intercambios comerciales intrarregionales a una tasa de crecimiento anual superior al 10 por ciento, representando alrededor del 40 por ciento de sus transacciones comerciales con el resto del mundo.

 En el caso de América Latina y el Caribe, conviene decir que la región debe ampliar sus niveles de intercambio comercial intrarregional, el cual representa en la actualidad poco más del 17 por ciento de su comercio global. Sin duda es un avance respecto de los años noventa, pero hay que hacer todavía, tal como lo afirma la Asociación Latinoamérica de Integración (ALADI).

La ALADI, de la cual la República Dominicana permanece como país observador desde el 1984 -aunque se hacen gestiones para su incorporación como miembro, lo que facilitaría acceso de los bienes y servicios dominicanos al mercado sudamericano- acaba de ofrecer estadísticas que revelan un virtual estancamiento en el comercio intrarregional.

Se afirma que el futuro de las economías de la región dependerá del uso que se haga de los buenos ingresos que están generando las ventas de los productos básicos de exportación (commodities), así como de las relaciones de comercio e inversión con China.

La desaceleración del crecimiento económico en la región, inducido, en grado significativo, por la crisis del euro y la frágil recuperación de la economía norteamericana, podría limitar el fortalecimiento del comercio intrarregional. Se impone el fortalecimiento de  la integración económica y política  de América Latina y el Caribe.

El Nacional

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