Opinión

Prohibido prohibir

Prohibido prohibir

Sin haber ido ni a Pedernales, en  1982 viajé a Roma para asistir a un curso sobre periodismo para el desarrollo auspiciado por las Naciones Unidas. Una escala me dejó por unas horas en el aeropuerto de Madrid, España, donde compré todos los libros que para ese momento había escrito Oriana Fallaci, entre ellos “Un Hombre”, “Nada y así sea”, “Carta a un niño que no llegó a nacer” y “Entrevista con la historia”, los cuales leí casi de un tirón.

Roma es una ciudad maravillosa donde cada mosaico, cada pared, cada estatua y cada esquina tienen  historia. Caminar por las calles de Roma es como caminar sobre las huellas de una buena parte de la raza humana. Fue allí donde un soldado puesto en el paredón por los nazis gritó: ¡Soy un ser humano! Mientras su cuerpo caía abatido.

Durante las caminatas  junto a otros periodistas latinoamericanos, veía en las paredes una consigna del Partido Comunista Italiano que decía: “Prohibido Prohibir”. Cuando lo vi por primera vez me impactó: “¡Prohibido prohibir”! No era sólo una consigna, era un grito de libertad absoluta, de libre albedrío, un llamado a la conciencia individual y colectiva, una manera de invitarnos a la reflexión sobre el concepto “libertad” más allá de poder hablar, poder caminar y poder vivir.

Que nadie decida por los demás, que nadie tenga autoridad para imponer su ley o su voluntad sobre los otros, que la reglamentación social no sea sobre la base de la represión y el odio, sobre la explotación y el crimen.

La República Dominicana forma parte del concierto de naciones consideradas subdesarrolladas por los niveles de pobreza  material y espiritual. Nuestros gobiernos han invertido recursos en fomentar la ignorancia. Nadie ha intentado terminar con el analfabetismo, algo que sí logró en menos de tres años  Evo Morales en Bolivia. El sistema educativo dominicano es obsoleto.   Un pueblo ignorante es fácil de manipular; en cambio, un pueblo educado es imposible de comprar y de pisotear. A un pueblo culto no se le puede meter miedo con la sonata ni con los uniformes. Un pueblo culto tiene conciencia de su historia y de su destino. Los países ricos invierten entre el 8 y el 10% de su Producto Bruto Interno en educación. El Gobierno dominicano invierte menos del 2% para mantener al pueblo postrado. Y quien patrocina esa ignorancia, quien la promueve, es alguien que se vende como  intelectual.

El tema del aborto, tan llevado y traído, es una muestra de doble moral e ignorancia, de atraso y subdesarrollo. En la mayoría de los países del mundo el aborto está legalizado o despenalizado en casos muy particulares.

La ciencia se ha impuesto a la ficción, la verdad a la mentira.

Legisladores, dirigentes políticos, sacerdotes abortistas clandestinos, que tienen clínicas y médicos para esos fines, pretenden hacer aprobar una resolución constitucional que envíe a las cárceles a las mujeres que decidan abortar no importa las condiciones ni las circunstancias.  Las amantes no pueden parir. Es un problema. El hombre está casado. Un muchacho “en la calle” es una vaina. El aborto es seguro, no importa que ella quiera mantener la criatura en su vientre.

El aborto es un tema de mujer. En cualquier otro caso, un tema de pareja. Un hombre y una mujer toman la decisión, de común acuerdo, no de forma unilateral, no por una orden del hombre, como suele ocurrir. Pero al final la última palabra debe tenerla ella.

Llama la atención que el presidente y el secretario general del Partido Revolucionario Dominicano y una buena parte de los legisladores que pertenecen a la corriente de Miguel Vargas estén del lado de la Iglesia Católica y del gobierno en este tema.

Al secretario general del PRD lo entiendo, dada su militancia religiosa. Él es más católico que perredeísta.  En el presidente del PRD no lo entiendo, pues se trata de un hombre inteligente que ha estudiado en las mejores universidades del mundo desarrollado.

El PRD se niega a si mismo cuando se opone al aborto terapéutico, cuando se coloca del lado de la sotana medieval, cuando ignora el pensamiento socialdemócrata, cuando pisotea el sentido plural de su líder histórico,  José Francisco Peña Gómez.

Pero además, el PRD pierde su sentido opositor cuando hace causa común con  Leonel Fernández, promotor de esa monstruosidad de condenar el aborto en un país donde se realizan más de cien mil abortos por año, la mayoría en condiciones precarias que aumentan la tasa de mortalidad materna. Son las mujeres pobres las que mueren en un legrado. Las  ricas que se van a las mejores clínicas aquí o fuera.

El PRD tiene que apoyar una legislación moderna que proteja a las mujeres, que les garantice su libertad a la hora de tener o hacer familia; una legislación que las proteja junto a sus hijos, dándoles libertad, educación, trabajo, vivienda y seguridad social.

El Nacional

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