Semana

RAFAEL MOLINA MORILLO

RAFAEL MOLINA MORILLO

Se fue  una suave y firme voz
Con la partida al infinito del alma de Rafael Molina Morillo, el país ha despedido con profundo dolor a una de las figuras cruciales del periodismo en la creación de la democracia y el respeto de los derechos humanos, porque a él le tocó, desde el ámbito de la comunicación, enfrentar y derrotar fuerzas retardatarias que persistían en los métodos arbitrarios de fuerza como norma de accionar político gubernamental, recién descabezada la dictadura de Trujillo y mucho más allá.
Desde la revista ¡Ahora! que fundó cuyo primer número circuló el 15 de enero de 1962, casi anunciando el advenimiento de la vida democrática, la fundación de El Nacional, su paso por la dirección del Listín Diario, su vuelta a conducir la etapa nueva de la Revista ¡Ahora! y finalmente su acertada conducción del matutino gratuito El Día, ejemplo de comunicación, comprometida con la verdad y como medio de alto impacto publicitario.
Pero Molina era más que un buen periodista integral, crítico, no imparcial (tomó partido por las causas más justas), pero si objetivo, abierto a todas las versiones y nunca tendenciado.
Molina era mucho más que el director con un notable sello de penetración de “tú a tú” desde su columna Mis Buenos Días (que inició en el Listín Diario y que siguió publicando en El Día) como una de las entregas mediáticas más refrescantes y reflexivas del diarismo nacional.
El otro Molina
Además de su postura en favor de la democracia en los tiempos en los que el autoritarismo era la norma, los valores como persona de Molina Morillo, fueron un rico patrimonio para quienes le tratamos.
La partida de Rafael Molina Morillo no es sólo el final de la vida física de un periodista que estableció precedentes éticos e informativos… también se ha marchado una de las personalidades más amigables y de buen trato para quienes tuvieron el honor de tratarlo.
Una característica fundamental de quienes lo tratamos: nunca elevaba el tono de voz. Su comunicación verbal era suave y pausada, como quien medita cada palabra que iría a pronunciar, siempre mirando a los ojos del interlocutor, con unas salidas de humor que provocaban una risa “inteligente” y bien disfrutada.
Era el hombre de la voz suave, lo que no significaba que no tuviera autoridad para reclamar –con el respeto debido- que sus periodistas dieran el máximo rendimiento cuando se trataba de cumplir en una orden en procura de la noticia.
Molina, la tecnología
A pesar de haber sido un “importado digital” (aquellas personas que se formaron en la modalidad análoga de la tecnología, de haberse dedicado por años a escribir en maquinilla mecánica, Molina fue un hombre que se engarzó firmemente a la tecnología.
Era usuario del sistema más sofisticado de computación y telefonía, el Mac y el IPhone, siempre con la versión más reciente. César Lara, director de Departamento de Cómputos de Publicaciones ¡Ahora! se admira cómo Molina estaba en la última onda de la tecnología. Escribía en una laptop Mac y su teléfono era un IPhone de última generación.
Era exquisito tratar a Rafael Molina Morillo. Un trato agradable y cercano. Una suave voz que ya no estará con nosotros.