Opinión

Restauración necesaria

Restauración necesaria

Es apropiado quedarnos en simples homenajes a nuestros héroes del pasado, sin dar continuidad a las luchas imprescindibles del presente? ¿Nos hemos puesto a reparar cuáles serían los proyectos en los que tales personajes estarían involucrados en la actualidad? ¿Se quedarían de brazos cruzados porque la independencia formal de la nación haya sido alcanzada? Se considerarían satisfechos con lo que hemos hecho con la patria “liberada” que nos legaron? ¿Resultan necesarias en el hoy que vivimos, figuras como Gregorio Luperón, Gaspar Polanco, Ulises Francisco Espaillat, Santiago Rodríguez, José María Cabral, entre otros?.

Es evidente, por ejemplo, que precisamos de una nueva conceptualización de la restauración que estamos conmemorando en esta fecha para adecuarla a nuestra realidad. No puede decirse que España ni ninguna otra potencia extranjera conculquen nuestra soberanía en el sentido clásico de esa palabra. Pero eso no significa que no tengamos múltiples aspectos en los que nos urge una restauración profunda para poder afirmar que, respecto a ellos, somos independientes de verdad.

Ninguna ocasión más propicia que la coincidencia del aniversario de aquella gesta heroica con el inicio de un nuevo período gubernamental para que, tanto las autoridades recicladas al frente del Estado como la ciudadanía en general, reflexionen sobre los retos vigentes de este país, ya que, asumir los mismos constituiría el más auténtico y valioso homenaje a paladines de la libertad que se les conoce poco y se les imita menos.

¿Habrán concebido, luchado y alcanzado los restauradores la plena independencia política nacional para tener una institucionalidad como la que prevalece entre nosotros? ¿Es racional concebir que su idea de tal cosa, fuera algo que se activa impulsada por resortes conformados por intereses personales, grupales, de clase, o politiqueros?.

¿Amerita o no ser restaurada la forma del ejercicio de las funciones públicas para que deje de ser esa soñada oportunidad para alcanzar un mecanismo mágico de ascensos económicos y sociales meteóricos, para cuya consecución se es capaz de llegar a los niveles más inverosímiles de sumisión, genuflexión y pérdida del decoro?.

¿Deben o no ser restaurados los criterios y la motivación a partir de los cuales se simulan procedimientos para sanear la administración pública y hacer producir a las inconductas las consecuencias establecidas en los códigos y que dejen de ser artilugios chantajistas para ganar espacio en competencias partidarias mal concebidas?
¿Cuál sería la respuesta de nuestros héroes restauradores ante la elemental pregunta, valió la pena?

El Nacional

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