El teatro tiene infinitas formas de ser la vida misma, pero alada por la imaginación, el dolor, el conflicto y la esperanza. El teatro vuelve, con esta producción, a ser planteamiento impensable para la cotidianidad y la vida real, pero necesaria plataforma para ubicar al espectador en situaciones que por lo inusual, llevan de la mano a verse ante la paradoja y la sorpresa. Esa es la magia de este texto.

A pesar de leves vacilaciones interpretativas cuando inician su desempeño, los protagonistas de ¡Oh Dios! (¡de Anat Gov y titulada originalmente Dios Mío!) logran un desempeño que les ubica sin dudarlo, entre lo mejor de la escena dominicana de los últimos años. La pieza celebra una década de buen teatro T y M Productores Asociados (PROA), apela al diván del psicoanálisis, para ubicar allí a un Dios deprimido que busca de sentido a su agenda.

Un tema magníficamente tratado, con un humor que no es hilarante (como sugiere la promoción) sino fino, inteligente y sarcástico, se constituye en un hito teatral con la dirección de Mario Lebrón, con respaldo actoral de Teo Terrero (Dios), Dolly Martínez (La Psicóloga) y Alejandro Moss (El hijo).

Terrero y Martínez logran buen desempeño a pesar de algunos resbalones interpretativos propios del primer montaje y que de seguro serán superados a lo largo de estos dos fines de semana. A ellos tres se une un cuarto personaje: la técnica teatral: su música (Ernesto Báez), la iluminación (Liliana Diaz) (sobre todo el momento lumínico que recrea el detalle de la creación), la escenografía (Jose Miura), vestuario (Renata García) peluquería y peinados.