Opinión

Thomas y Adriano

Thomas  y Adriano

El rostro de Tom Pérez, recién elegido presidente del Partido Demócrata, es el de un jabao idealista que me trae reminiscencias de Malcom X.. Tiene un largo historial de trabajo que abarca desde la recolección de basura en un almacén, mientras era estudiante universitario, hasta Secretario de Trabajo de los Estados Unidos durante la administración de Obama.

Hijo de dos veganos: Altagracia Brache y Rafael Antonio de Jesús Pérez, inmigrantes de primera generación, Tom es egresado de la Universidad Brown; de la Escuela de Leyes de Harvard, y de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy.

Consejero especial de la oficina de Ted Kennedy hasta 1998, fue director de la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Salud y Servicios Humanos, durante la administración Clinton, hasta que en mayo del 2013 fue nombrado Secretario de Trabajo.
Uno de cinco hijos, todos médicos como su padre, quien falleció cuando tenía doce años, Tom se declara católico. Se graduó de una escuela secundaria jesuita, privada y está casado con otra abogada de los derechos civiles, con quien tiene tres hijos.

De todos sus méritos, el mayor parece ser ignorar las tramposerías y zancadillas de la política y politiqueros dominicanos. Tiene una limpia hoja de servicios a negros, latinos y nativos americanos, y a la inversa de Adriano nunca se le ha acusado de negociar el bienestar de los suyos con propietarios o comerciantes del Alto Manhattan.

En cada viaje que he hecho a Nueva York, las quejas contra Adriano Espaillat, graduado de Queens Collage en Ciencias Políticas, me llueven. Como llueven las quejas sobre su papel como asambleísta de Washington Heights, Inwood y Marble Hill.

Aunque me han prometido el expediente, no lo tengo a mano por lo que no puedo sustentar mis reservas sobre Adriano solo en su foto, o en chismografías imperantes en la comunidad dominicana, empero, el hecho de que Adriano Espaillat se haya aliado con Marcos Rubio, Ileana Ross y otros demócratas de la ultraderecha para pedirle a Trump que intervenga en Venezuela, me confirma algunas de mis peores aprensiones.

Como dominicanos y dominicanas debemos, celebrar la victoria del dominicano de origen Thomas Pérez, como presidente del Partido Demócrata, una bofetada sin mano del Partido a Trump y su fobia antinmigrante.

Que haya elegido de inmediato como su vicepresidente al afroamericano musulmán Keith Ellison, congresista por Minnesota, quien le adversara con ferocidad, es otra muestra de su formación cristiana e inteligencia.

Ambos demuestran, él y Adriano, que ser de origen dominicano no es garantía de cordura, vocación de servicio, ni de honestidad. Como se ha estado evidenciando con el caso Odebrech, y sus mamoneos, y la caída de tantos santos de sus altares.

El Nacional

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