Opinión

Una democracia coja

Una democracia coja

Según la Constitución, la República Dominicana es un Estado Social y Democrático de Derecho, organizado en forma de República unitaria, fundado en el respeto de la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos.

En teoría, eso está magnífico, pero hay que admitir que en la práctica esos postulados ruedan por el suelo, porque en el país ni hay unidad, el respeto a los derechos humanos es cuestionado, abunda el desempleo y todavía es cuestionable la separación de los poderes públicos.

Son tantos los problemas del país, arrastrados desde que se fundó la República, que a veces a cualquiera se le hace  difícil enumerarlos en un artículo tan breve.

Los fundamentales han sido mencionados miles de veces, entre ellos el problema de la energía eléctrica, el agua potable, la inseguridad ciudadana, el desempleo, los impuestos impopulares, la escasez de viviendas y la venalidad de muchos funcionarios, entre ellos magistrados que deben impartir justicia.

Es curioso que ante tantos problemas, un presidente como el licenciado Danilo Medina tenga tan alta popularidad, posiblemente derivada de su discreto accionar como hombre público, acercándose a los sectores más carenciados de la población. Eso ha creado un ambiente en el que ya muchos hablan de la necesidad de que se reelija, para lo cual sería necesario volver a la triste rutina de modificar la Constitución,  sin que en tal modificación se consignen cambios fundamentales que tienen mucho que ver con la soberanía nacional, la democratización de la economía y  la creación de un verdadero Estado de Derecho.

Esos clamores a destiempo chocan con la realidad actual, caracterizada por una restricción del circulante, aumento de precios de la comida sin control alguno y la vigencia de numerosos impuestos impopulares, entre ellos los que se aplican a los combustibles, que finalmente afectan a los más pobres.

Es por eso que hemos insistido en la necesidad de buscar fuentes alternativas de energía, a fin de no depender tanto de un  petróleo que no producimos, cuyos altos precios se reflejan negativamente en el desarrollo comercial e industrial, fuentes principales de empleos.

Es inexplicable que gente sencilla del pueblo haga coro a una campaña electoral a destiempo, que habla de reelección, en lugar de aunar sus voluntades para fortalecer la democracia y hacer caso omiso a las ambiciones de grupúsculos que todos sabemos no tienen credibilidad ante la opinión pública.

¿Será acaso que se trata de un globo de ensayo, para ver la reacción que se produce y proceder en consecuencia?

Solo el tiempo lo dirá.

El Nacional

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