Opinión

Voces y ecos

Voces y ecos

El senador y presidente del PLD en San Cristóbal ha ofrecido su disculpa a la población por los inmensos basurales creados por doquier en esa ciudad porque el alcalde, José Montás, también peledeísta, sufre todavía el resentimiento de la derrota electoral. El pasado martes, los sancristobalenses se unieron en una marcha contra la basura.

Lo mismo ocurre en Santiago. El derrotado alcalde, José Sued, se desquita de la ciudadanía dejándole las calles llenas de desechos pestilentes. Para ambos  alcaldes parece que el mundo acabó ahí, que  se apartarán de la actividad política. Pero no. El de Santiago chantajea a sus aliados peledeistas por un puesto público. Del otro no sé, pero nada extraño sería que su decreto esté escrito.

Pero no sólo en San Cristóbal y Santiago la basura se traga a la gente. El Distrito Nacional y Santo Domingo Este lucen también como si sus alcaldes hubieran perdido las elecciones y actuaran conforme a la filosofía de Montás y Sued.

Roberto Salcedo, del Distrito Nacional, lleva tres semanas presentando como excusa para no recoger los desperdicios el viraje de una volqueta. Por eso tenemos basura frente a escuelas, frente a hospitales, frente a parques y dentro de ellos. Sobra basura en los mercados y abunda basura en sitios de atracción turística.

Acumulación de basura es la segunda cosa que iguala a ricos y pobres, la primera es la muerte. En eso ha sido justo el alcalde Salcedo: hay basura para todas las clases sociales. Desde luego, la mayor parte la llevan los sectores de clase media y baja.

Santo Domingo Este sufre, por igual, los rigores de la irresponsabilidad de su alcalde. El señor Juan de los Santos está confirmado en su puesto y aunque él no vive en el municipio donde es alcalde, debería -por vergüenza- enfrentar la ingrata situación con la que castiga a sus votantes, y los expone a enfermedades.

Otros municipios pueden estar padeciendo la desgracia de los mencionados. Es clara demostración del tipo de políticos que nos ha tocado. ¿Hay en estos hombres sentido de la responsabilidad? ¿Quieren los puestos para desde ellos servir a las comunidades que los han elegido? Los hechos responden que “No” a ambas interrogantes.

Una sabia anécdota refiere que una persona de mal talante envió a una vecina un paquete en papel de regalo cuyo contenido era basura. La receptora envió, en cambio, una bandeja llena de flores y una nota que decía: “Cada uno da lo que tiene”.

No me atrevo a pedir flores para los alcaldes que humillan a sus pueblos llenándolos de basura. Ni tampoco incitaré a la represalia contra ellos. Por el momento me limito a un  deseo: ¡Entre basura se vean!   El mundo gira.

El Nacional

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