¿Qué Pasa?

Yamilé: “Onix y Ángel Muñiz, me formaron”

Yamilé: “Onix  y Ángel Muñiz, me formaron”

La experimentada actriz Yamilé Schecker tiene una mirada iluminada casi siempre, excepto cuando enfrenta por solidaridad los problemas familiares.

Y es una mujer de cabeza bien puesta, en la que resaltan la consistencia de sus posturas y por las que se transmite el valor de la experiencia de muchos años en las tablas.

Ha subido a escenarios de los teatros más variados posibles, desde los de grupos y colectivos teatrales independientes hasta la Compañía Nacional, en la que es una de sus figuras fundamentales hoy día.
Ha caminado de un escenario a otro, llevando emociones y experiencias, placeres, gustos y cosechando aplausos.

Ella no se arrepiente de haber seleccionado esta carrera a la que debe tanto mérito. Su listado de obras de teatro actuadas sobrepasa las 50 producciones.

Scheker como actriz de cine ha visto acción en Veneno (2018, Tabaré Blanchard ), Los Reyes: La verdadera historia de Buster y El Camaleón (2014) y Del Color de la Noche (2015-Agliberto Meléndez).

Los inicios

¿Cómo se inicia esta mujer en las tablas?

¨Mi inclinación por el teatro surge de muy niña, unos 7 u 8 años cuando mi madre me inscribió en piano y danza. Asumo que para poner distancia entre mis tres hermanos mayores ya que vivía en competencia con ellos”, afirma.

Cuenta que después de unos meses desechó el piano, ya que odiaba el solfeo, pero que sin embargo la danza la llenaba y enriquecía sus años de juventud.

“Cuando en 1968 me vestí con mi primer Tutú y me presenté en el Palacio de Bellas Artes, el estar en el escenario me llenaba de una fuerza muy especial, me atraía. No importaba si hacía de duquecito, o de princesita”, añade.

La danza

Yamilé pudo haber hecho carrera como bailarina. Lo tenía todo: actitud, un cuerpo esbelto y pasión por la expresión danzaría,

Sus inicios en la danza fueron de la mano de la maestra Elizabeth Perrota y luego con Magda Corbet.
En 1975 debía estudiar una profesión determinada. “Era el tiempo de La mayoría de mi promoción ya se estaban inscribiendo en la universidad”.

Pero ella no sabía qué estudiar por lo que pensó en lo más simple, secretariado comercial, un oficio técnico promedio que le garantizaría un sueldo y una absoluta distancia del arte. Se dijo que trabajaría en eso hasta lograr lo que sería su meta: la actuación.

Mientras continuaba con la danza, trabajaba de secretaria y recepcionista de la clínica veterinaria de su madre, además secretaria de registro de la Federación Canina Dominicana.

En 1978 ingresó a la Facultad de Psicología de la UNPHU y conjuntamente con ello daba clases en un pre escolar durante tres anos, pero aún se sentía vacía y que algo le faltaba.

Llega la definición

En 1980, Ángel Muñiz, conociendo su interés en estudiar actuación, pasó un sábado por la casa y le dijo: “Te voy a llevar donde podrás tomar talleres sabatinos con un director cubano que está impartiendo clases en el Instituto de Desarrollo Humano”.
Angel Muniz es uno de esos seres singulares y extraños que se gozan con apoyar el desarrollo de sus colegas. Un material humano escaso.

Fue una sorpresa. Era Ónix Báez, personaje antagónico de la muy famosa telenovela “Renzo El Gitano”.
“Allí tomé mis primeras clases de actuación y tiempo después me convertí en su asistente, apuntadora y hasta utilera”.

Un día Onix se le acercó con un libreto de la dramaturga inglesa Shellagh Delaney (Taste of Honny/ “Sabor a miel”) y le preguntó: “¿Te lo aprendes?”.

Unos segundos más tarde, sin saber qué decir, estaba aterrada, y en un impulso contestó: “claro”. Él dio media vuelta diciendo…“bienvenida al teatro dominicano”.

Yamilé sería la protagonista de la pieza en la que el elenco estaba integrado por Nancy Álvarez y Enrique Chao.

“Entré al teatro por la puerta grande. La obra se estrenó en la Sala Ravelo en marzo del 1982, con excelentes críticas de quienes entonces escribían en los medios”, dice.

El descubrimiento

A partir de ese montaje, Yamilé es “descubierta” por otros directores y le llega una lluvia de trabajo: Germana Quintana, Niní German y Enrique Chao.

“Hablar de mis directores favoritos es difícil, ya que con la mayoría de ellos tengo muy buena relación y mucho afecto. He aprendido día a día con cada uno de ellos y cada montaje, cualquiera que sea la dinámica de dirección sé que continuó estudiando”, afirma.

Como actriz

Refiere que desde el inicio del teatro el objetivo era documentar, criticar, contar, denunciar.
¨Mi labor como actriz es educar, orientar, entretener, inspirar a la reflexión, revisarnos como ciudadanos. Sin importar si el género sea drama o comedia. Siempre es importante el mensaje. Lo que varía es la forma cómo lo cuentas”, afirma con orgullo.

Explica que para ella lo más importante es el concepto. Lo que quiere contar de manera veraz. Lo que el artista de la actuación quiere dejar, difundir, criticar o dar a conocer, respecto a lo cual, para ella, la forma es una imagen abstracta que acompaña al concepto.
La más influyente

La obra de teatro que más la ha realizado como artista se llama “Sabor a miel”.

Era entonces ignorante de sus condiciones para la actuación, y con esta pieza descubre en ella el potencial dramático, el poder para trasmitir al público las diferentes emociones de este personaje.

En cambio la pieza que más la proyecta es “Los monólogos de la vagina”, que resultaron cuatro años de presentaciones en un gran número de pueblos, bares, canchas de basket, clubes y otras instalaciones.

Con el cine

Yamilé es clara: quienes deben ser seleccionados para aparecer en pantalla es porque son actores y actrices formados o en formación, a pesar de la tendencia a tomar figuras con impacto televisivo, contra quienes no tiene nada en particular y sabiendo que algunos tienen formación académica.

“Actuar en la gran pantalla no es lo mismo que en el teatro. Son dos técnicas distintas, pero quienes mejores condiciones tenemos para hacer el cambio de las tablas por el celuloide, somos los actores de oficio”, afirma a Qué Pasa!

Al final

Cuando se le pregunta cual es su mayor aspiración respecto del publico, es directa: “Me encantaría que la gente nos deje de idealizar. La vida de artista es la de quienes viven una profesión como cualquier otra, con dificultades cotidianas, con necesidades, con crisis como las puede tener cualquier mortal”, afirma.

Entiende que los artistas, sobre todo los de la escena, tienen familiares con rostros y experiencias determinadas que a veces quisiéramos airear y compartir, pero la gente les tiene en un pedestal muy alto.

“El público no tiene idea de cómo a veces salimos a escena a actuar o a rodar, con numerosas dificultades que enfrentar, y pese a ello tenemos que dar lo mejor, la mejor esperanza, la mejor sonrisa. Es un gran dilema”, dice finalmente.

EL DATO

Su homenaje

A Ángel Muñiz y Onix Báez por apoyo de sus inicios. Muñiz es excepcional y distinto en generosidad al respaldar a sus compañeros artistas. Onix Báez le ofrecio su primer papel en teatro con “Sabor a miel”.