La cigarra se había pasado todo el verano cantando noche y día. Cuando llegó el otoño, empezó a refrescar por la noche.
Detrás vino el duro invierno. Soplaba sin descanso un viento gélido y no paraba de nevar.
La cigarra no había almacenado provisiones para pasar el invierno.
Tenía mucha hambre pero su despensa estaba vacía.
De pronto se acordó de su vecina la hormiga.
Durante todo el verano mientras hacía buen tiempo la hormiga se la había pasado trabajando sin cesar, para acumular alimentos para el frío invierno.
Su granero estaba a rebosar de alimentos deliciosos.
A la cigarra se le hacía agua la boca sólo de pensarlo, pero como no podía resistirlo más, se dirigió a la casa de la hormiga.
Cuando la hormiga abrió la puerta, le preguntó si podía darle un poco de comida para alimentarse hasta la primavera.
Le prometió que se la devolvería sin falta en el mes de agosto, pero la respuesta de la hormiga fue un ¡No! firme.
¿Qué hiciste durante el verano?
__ La cigarra respondió que se dedicó a cantar.
¡Mira qué bien! -dijo la hormiga_. Pues ahora dedicaste a ¡bailar!
