A veces las crisis se buscan, se crean y a veces llegan solas. Sabemos que las crisis no se resuelven, se evitan, pero hay factores exógenos que las traen y hay que luchar contra ellas con sabiduría y determinación, más cuando vivimos en una sociedad basada en la explotación implacable, la estafa continuada y la corrupción y hasta lo exculpatorio.
Las autoridades se han propuesto un gran cambio en la dirección del Estado y aunque han logrado con radical quietud y limitado alcance tratar de cortar la cabeza sucia de la corrupción, seguimos con un Estado útil como fuente de financiación de grupos marginados, oligárquicos y burocráticos. Se “gobierna” a “papeletazo limpio” no importa lo perjudicial que resulte para complacer el Yo íntimo y enorme del que manda.
Al menor asomo de crisis el Gobierno trata de resolverlo con subsidios por vía de ayudas económicas directas o liberación de impuestos, así ha crecido el parasitismo y el fomento de rapaces grupos económicos monopólicos y, además, evasores de impuestos, sin competencia y sin control de calidad; prácticamente se han estructurado para sus beneficios inconmensurables sin respeto a los valores y principios jurídicos del Estado.
Estos sacrificios han ido abultando la deuda externa (eterna), acción verdaderamente demencial y que nuestros gobernantes no han sabido repartir esfuerzos productivos e infraestructurales.
El país puede recordar un periodo de fuerte inversión social con escasas rentas recaudadas pero no dilapidadas, que permitió llevar a cabo un empuje integral de desarrollo,con una obra colosal en todos los órdenes y con ahorro interno.
Todos los sacrificios económicos en que incurren los gobiernos endeudadores han ido creando una baja productividad y poca competitividad en el modelo productivo como sucede en el sector agropecuario cuyo gasto público con subsidiaridad directa y no indirecta (tecnología, infraestructura, fitozoosanidad,extensión, etc.) ha dado origen al peor Índice de Factores de Productividad de A.L.C. Estos costos onerosos de la democracia hay que evitarlos.