Opinión Articulistas

A propósito de octubre

A propósito de octubre

Rafael Peralta Romero

La historia determina la forma de ser de los pueblos. Como esa forma de ser es a lo que hemos de llamar cultura, podemos colegir que los hechos y accidentes trascendentes que ocurran a ese conglomerado humano señalarán las pautas para identificar su carácter. Por algo, veintiún países de América hablan la lengua castellana, verbigracia.

Conocer la historia y la cultura de nuestra América hispanoparlante conlleva estar al tanto del devenir político y social de España, y es obvio que ese conocimiento demanda una aproximación cercana a los sucesos escenificados en la península Ibérica en aquellos tiempos, cuando el Imperio Romano se encontraba pequeño el mundo.

Cristóbal Colón, quien zarpó de España hacia La India, arribó, aparentemente por azar, sin negar sus destrezas náuticas, el 12 de octubre de 1492 a esta parte del mundo a la que debido a otra casualidad se dio por llamar América, gracias a las astutas diligencias de otro navegante itálico de nombre Américo Vespucio.

Llegó a una isla llamada Guanahani, en el mar de las Antillas, a la que bautizó San Salvador. El 5 de diciembre del mismo año, las naves europeas dieron con la isla a la que sus pobladores llamaban mayormente Haití, que quiere decir “tierra alta”, según afirman los cronistas españoles y también José Gabriel García. El padre de nuestra historia asegura que en la parte oriental de la isla los pobladores usaban el nombre Quisqueya, y en la occidental preferían Babeque, Bohío o Haití.

El nombre Quisqueya, citado mayormente por el cronista Pedro Mártir de Anglería, ha sido puesto en dudas por algunos historiadores, pero el pueblo dominicano lo ha hecho tan suyo, que el gentilicio quisqueyano es equivalente a dominicano, y así consta en la primera palabra del Himno Nacional.

El antropólogo José Guerrero, actual director del Museo Nacional de Historia y Geografía, está entre quienes dudan del origen indígena de la palabra Quisqueya y atribuye la difusión de esta entre los dominicanos a la influencia del maestro Eugenio María de Hostos, de grata recordación en la historia de las ideas sociales y filosóficas en nuestro país.

Los azares, los dolores, las tragedias dejan marcas permanentes en las personas, como en las sociedades humanas, que pueden ser para bien y por igual pueden ser causa de malestar. Estas reflexiones vienen al caso a propósito de que en octubre se conmemora la llegada de los europeos a las tierras que ellos llamaron América. Quizá para bien, quizá para mal.