Opinión

A RAJATABLA

A RAJATABLA

No pocos de nosotros amanece un mal día deseoso de haber nacido en Estados Unidos, Finlandia, Francia o cualquier nación donde se dice que uno, al nacer, tiene todos sus problemas resueltos hasta que se muere. Aquí vivimos “lo servido por lo comío”, buena parte de la mentada clase media  son  sobrevivientes de  un sistema de exclusión del cual los menos  logran escapar para después pugnar con la recua y con los que  llegaron antes, en una especie de Coliseo Romano, donde los rivales  tienen la categoría de Tigres y Leones.

En Australia, gente paga su boleto para transportarse en el metro o el autobús  sin que nadie  los obligue,  pero aquí  el pasajero paga por un pésimo servicio en una  destartalada “voladora”  en la que las damas soportan la humillación de ser conminadas a “pegarse” a otros pasajeros bajo el mandato del “cobrador” de “como anoche”.

En Dinamarca no se va la luz, porque sobra la energía eólica.  En nuestro país los apagones datan de más de medio siglo, aunque los causales han variado desde  culpar a las chichiguas hasta atribuirlos a la falta de pago a las empresas generadoras, que  obtienen rentabilidad por más de 500 millones de dólares al año.

En el norte de Europa prima el Estado de bienestar social, aquí al peso  todavía se le dice tolete y a la casualidad, chepa, aunque hemos avanzado hasta colocarnos casi en la antesala del desarrollo, pero los servicios básicos todavía son deprimentes, sin negar que mejoran dentro de su gravedad.

Aun así, austriacos, finlandeses, belgas, suecos, suizos, no disfrutan como nosotros de la degustación de un  plato de pescado frito con tostones en Boca Chica,  de chicharrón  con yuca en Villa Mella, chivo con chenchén en San Juan, sancocho en  el nordeste, bailar merengue en la Línea Noroeste o jugar domino en el colmadón de la esquina, “tirando unas cuantas “jumbos vestida de novia”.

Esta es una tierra hermosa habitada por gente  buena, alegre que disfrutan a plenitud del trópico sin importar “el lugar que cada quien ocupa en las relaciones de producción”,  razón por la cual   la mayoría de los dominicanos  que residen en Estados Unidos y Europa,  siempre anhelan retornar  al lar nativo, sin importar que  en esos  todo el mundo tiene  sus problemas resueltos.

El viernes cerca de las 12:00 de la noche volví a dar gracias a Dios por  permitirme nacer en esta tierra de primacías. Esa plegaria la pronuncié cuando Erick Aybar conectó el sencillo impulsador de la carrera ganadora en el  electrizante juego  de beisbol que le ganamos a Estados Unidos. Como muchos de ustedes grité: ¡Viva Republica Dominicana! ¡Es un orgullo ser dominicano! (me volví loco, loco de alegría)

El Nacional

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