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Abinader en Bruselas

Abinader en Bruselas

Luis Pérez Casanova

De la III Cumbre de la Unión Europea y la Celac celebrada en Bruselas no se podía esperar más que la reiteración de los compromisos, aunque con algún nuevo matiz determinado por las actuales circunstancias, que se han formulado en otros encuentros.

Fantasmas que tanto preocupan a Estados Unidos y al parecer también a Europa como las inversiones de China en la región no dejaron de gravitar en un evento dominado de principio a fin por la diplomacia.

La Unión Europea sabía que para mejorar sus relaciones en la región tenía que alargar más sus manos con proyectos viables, como los 45 millones de euros que anunció su presidenta Ursula von der Leven en inversión a través del programa Global Gateway.

Dijo que el bloque tiene en su portafolio más de 135 iniciativas para ejecutarse en esta zona, que incluyen hidrógeno, materias primas, expansión de las redes de cables de datos de alto rendimiento, producción de vacunas y muchos otros.

El presidente Luis Abinader no se perdió en falsas creencias, sino que aprovechó el encuentro, como buen diplomático, para fomentar las relaciones amistosas y el intercambio comercial de República Dominicana con importantes estadistas y representantes de influyentes organizaciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Las entrevistas sostenidas con Emmanuel Macron, Pedro Sánchez y el presidente de Guyana, entre otras, son una muestra de que Abinader no desperdició la oportunidad de fortalecer vínculos internacionales dentro de la Cumbre en beneficio de la marca país.

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República Dominicana es ampliamente conocida por el éxito, que no se le puede regatear, de la lucha contra la pandemia del covid y la recuperación en tiempo récord de la industria turística. Pero hoy también se le valora por los avances en la lucha contra la corrupción y el narcotráfico, la mejoría en materia de seguridad jurídica y la estabilidad social y macroeconómica.

Por lo demás todos sabemos que el compromiso de la Cumbre de fortalecer la alianza para afrontar crisis y desafíos como la inseguridad alimentaria, la pobreza, las desigualdades, la inflación, los efectos adversos del cambio climático, la degradación del medio ambiente, entre otros, no es más que agua de borrajas. A menos que haya una catástrofe cada quien tendrá que rascarse con sus propias uñas.

Y por aquí no tenemos mejor ejemplo que la crisis haitiana, una nación abandonada a su propia suerte a pesar de las calamidades de su población. A Abinader no se le pasó advertir que no se cansará de llamar la atención sobre los problemas de la vecina República, pero colocando siempre en primer plano los intereses de este país.