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Acogen con júbilo elección de Miguelo

Acogen con júbilo elección de Miguelo

Destacan la capacidad y disciplina del maestro Beato Miguel Cruz que en noviembre próximo será inmortal del deporte dominicano

En el Monte Olimpo del voleibol dominicano, ya no faltará más, uno de sus dioses: Miguelo Cruz.

Y sus más fieles adoradores, en el Club Bameso, ya no elevarán más plegarias para su ascenso.

Beato Miguel Cruz (Miguelo), señalado por los más exigentes técnicos del deporte dominicano como uno de los mejores entrenadores que ha conocido su patria, sin importar la disciplina deportiva, estará desde el próximo 16 de noviembre en el sagrado lugar reservado para los más grandes entre los deportistas de la bella Quisqueya: el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano.

“El Comité Permanente del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano se ha fortalecido con la escogencia de Miguelo”, comentó su más aventajado alumno detrás de las líneas laterales del rectángulo, Julio Frías, quien por muchos años fuera su asistente en la conducción del equipo nacional de voleibol masculino, y otro tanto en los equipos masculino y femenino del Club Bameso, después de haber sido su alumno como jugador.

“El día de la exaltación de Miguelo será un día glorioso para nosotros los bamesianos, y todo el aficionado al deporte”, señaló Julio Rojas, otro antiguo discípulo de Cruz en la faena de conducir equipos, hoy retirado. “Me hubiera gustado que él recibiera ese honor en vida, pero Dios sabe cómo hace sus cosas”.

“Estoy muy orgullosa por su elección al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano. Gracias al Comité Permanente por permitirnos celebrar esta inmortalidad bamesiana”, apuntó Ana Crisóstomo, una antigua estrella de la selección nacional y capitana de un equipo cuatro veces campeón del voleibol superior del Distrito Nacional, en un período de cinco años, con el club Bameso, dirigido por Cruz.

“Cuando supe que lo exaltaron fue algo muy emocionante. Él fue como un padre para mí. Impactó mi vida como entrenador y como persona”, dijo Judith –Yuya– Arias, con voz que se quebraba por momentos, como reflejo de la batalla por controlar la emoción que amenazaba por ahogar, a quien fuera una fiera competidora bajo las órdenes de Cruz en el equipo de Bameso.

Un gran maestro

“Miguelo fue para todos nosotros una escuela, en la cancha, en nuestra barriada”, manifestó el otrora capitán del equipo nacional de voleibol masculino y del Bameso, Pascual Díaz.

“Fui como un hijo suyo. Estoy muy agradecido por esa elección, la cual es muy merecida”, agregó Díaz, el primero (2011) de dos voleibolistas formados en Bameso, en ser elegido para el Pabellón de la Fama del Deporte. El otro (2024) es Cristian Cruz, hijo de Miguelo.

“Todavía faltan otros de Bameso” sentenció Díaz sobre otros bamesianos que alguna vez podrían alcanzar la inmortalidad deportiva.

“Para mí fue el padre de todos nosotros. Gran maestro, educador. Con una visión única para observar talentos y llevarlos a la cúspide.

Sabía escuchar y dar los mejores consejos. Un gran ser humano. Estoy feliz con que lo hayan escogido. Gracias a Dios que pudieron reconocerlo”, comentó Amaurys Martínez, uno de los ex voleibolistas del Bameso que hace fila para ser elegido al Pabellón de la Fama, como ocurre también con la Crisóstomo y el entrenador Frías.

“Nos enseñó a todos sus atletas a ser aguerridos, a tener fortalece de espíritu. Que con trabajo y dedicación todo se puede”, recordó la Arias, una “aspiradora” defensiva en el cuadro del Bameso. “No  tengo palabras para definirlo como entrenador, profesor y padre. Me embargan muchas emociones. Dios sabe cuando nos da las cosas.

Él me formó como atleta, me enseñó lo que es valentía, a amar esas seis letras (Bameso). Él fue lo máximo como entrenador, para mí”.

“Siempre estaba dispuesto a compartir sus conocimientos con quien quería aprender, alentando siempre a los demás a superarse, lo cual lo convirtió en un ícono de la enseñanza”, acotó Ángel Rivas, ex presidente del Club Bameso y actual presidente de la Asociación de Voleibol del Distrito Nacional.

Un gran líder

“Miguelo era un líder natural. No tan solo en lo deportivo. Sino en la comunidad, en el barrio”, recalcó Víctor Fernández, un amigo de toda la vida y ex secretario de finanzas del Club Bameso, quien jugó voleibol en categorías menores en los años 60 y 70.

“Miguelo fue un gran, inspirador, aglutinador, con un firme concepto del compromiso y un insuperable sentido de la responsabilidad y del trabajo duro”, observó Rivas. “Se exigía así mismo más allá del deber. Motivaba a todos quienes le rodeaban a dar siempre más”.

“Supo combinar como nadie su estricta disciplina con la cercanía personal con sus jugadores y jugadoras, a quienes trató con respeto y amor de padre”, agregó Rivas. “¡Qué grande, Miguelo!”

Una grandeza honrada por siempre, como inmortal del deporte dominicano.

Una colaboración especial del comunicador Osvaldo Rodríguez Suncar,  maestro del periodismo.

hasta mañana, si dios quiere, dominicanos.

Leo Corporán

Columnista y editor deportivo de El Nacional. Fundador del Club Mauricio Báez.