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Al borde del abismo

Al borde  del abismo

En Estados Unidos ha imperado la máxima de que en tiempos de conflictos, sobre todo internacionales, no se cambian gobiernos. Si ha habido alguna excepción ha sido la derrota en su intento de reelegirse del presidente demócrata Jimmy Carter cuando la “crisis de los rehenes” en Irán.

La ocupación de la embajada norteamericana en Teherán, en 1979, le pasó factura en su batalla electoral con un político en ascenso como el exgobernador republicano de California, Ronald Reagan.

Si es amparado en la vieja tradición de la política norteamericana que el presidente Donald Trump se ha permitido crear la actual crisis que tanto cuestiona la autoridad moral de su país, puede que se haya equivocado. Un sector importante del partidismo político, en este caso los demócratas, considera que la vigencia de un sistema cuya fortaleza se ha basado en el respeto a sus instituciones, tiene que prevalecer frente a los caprichos y maniobras generados por la ambición de poder de sus gobernantes. Richard Nixon no se salió con las suyas cuanto violentó las reglas de juego al espiar a sus rivales demócratas tuvo que renunciar.

En el impeachment contra Trump no puede reducirse a una simple confrontación entre republicanos y demócratas. Después de todo, no se trata de un golpe de timón, un quítate para ponerme yo. De lo que se trata es de respetar el principio de que ni el Presidente está por encima del establihsment o las instituciones. De prosperar el juicio, que es muy difícil por el liderazgo del mandatario en la mayoría republicana del Senado, lo sustituiría en el ejercicio del poder el vicepresidente Mike Pence, a quien, es mucho decir, se considera más conservador que el actual gobernante.

El sistema norteamericano no es como el español, donde un voto de censura determinó la caída en junio de 2018 del Gobierno de Mariano Rajoy, del Partido Popular, y el ascenso al trono del opositor Pedro Sánchez, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en virtud de arreglos.

Al condicionar ayuda militar a Ucrania a que se vincule en operaciones corruptas a un hijo del precandidato presidencial demócrata Joe Biden, el mandatario estadounidense se metió en rojo. El escándalo se tornó más grave al tratar de impedir una investigación del Congreso. Aunque la correlación de fuerzas lo favorezca en el Senado, no es como para cantar victoria por anticipado.

Trump tendrá que enfrentarse al juicio, sin importar que las elecciones estén al doblar de la esquina. Si sobrevive, tendrá por lo menos que aprender una lección que es extensiva a clase política: las instituciones están por encima de las personas, sin importar que se trate del presidente de la nación más poderosa del planeta. Es obvio que está al borde del abismo.

El Nacional

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