Editorial Opinión

Algo hay que hacer

Algo hay que hacer

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) acordó a unanimidad extender por un año su misión en Haití con la misma participación pasiva que en nada contribuye a aliviar la situación de violencia, pobreza y anarquía institucional que agobia a esa nación.

La única diferencia contenida en el documento redactado por Estados Unidos y México con respecto a otras prórrogas de la misión de la ONU en ese empobrecido país, se refiere a la conformación de una unidad de policía integrada por solo 42 miembros.

Todo lo demás se circunscribe a literatura enunciativa o declaración de intenciones en la que se exhorta a los involucrados en Haití a trabajar para la celebración de elecciones presidenciales y legislativas “lo más pronto posible”.

Sin la más mínima expresión de voluntad política para coadyuvar en la resolución del dilatado drama haitiano, el Consejo de Seguridad de la ONU se limita a una mera exhortación al cese de la violencia y frenar el suministro de armas.

A ese frustrante documento antecede la advertencia del saliente embajador de Alemania aquí, Volker Pellet, refrendada por el canciller dominicano Roberto Álvarez, de que la comunidad internacional ofrece muestra de cansancio ante el hecho de que Haití no da señales de mejoría.

La ONU ha lanzado un balde de agua helada sobre Haití y su esperanza de que la comunidad internacional provea de asistencia económica, logística y asistencia técnica para poder afrontar a los grupos armados, organizar elecciones y retornar a la institucionalidad.

Se consolida la sospecha de que grandes metrópolis apuestan a que República Dominicana cargue por siempre la pesada cruz de la crisis haitiana, para lo cual se alienta el desenfreno migratorio y situaciones como la fatídica estadística de que desde junio de 2021, más de 32 mil parturientas haitianas alumbraron en maternidades dominicanas y de que el número de partos se eleva a 93 mil en los últimos años, más del doble de la cantidad de repatriados.

El Gobierno debería aquilatar el peligro que representa el acelerado deterioro de Haití, con gran parte de su territorio en poder de bandas armadas, severa crisis económica, política e institucional, que se expresan en una desbordante e incontrolable inmigración. Algo hay que hacer… ¡y pronto!

El Nacional

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