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Amigos, no cómplices

Amigos, no cómplices

Ramón Rodríguez

Suetonio, famoso por su ‘’ Vidas de los doce césares’’ aseveró que Tiberio escogió a ‘’Calígula’’ como sucesor, porque fue el que tuvo más capacidad para simular obediencia y lealtad. El Dios Jano, con sus dos rostros, sigue siendo el instrumento de algunos políticos para deshonrar el carácter de ciencia de la política. Muy bien hace el presidente de la República, Luis Abinader, cuando hace saber a los dominicanos, que tiene amigos, pero no cómplices y reitera que quien cometa cualquier acto de corrupción, tendrá que enfrentar las consecuencias.

Ningún dominicano consciente, duda que el presidente Abinader, ha dado muestra con hechos fehacientes, de que procura pasar a la historia como un presidente transparente, honesto y con firmes deseos de adecentar la sociedad dominicana.

No hay duda de que el presidente ha marcado una intención determinada de hacer cambios estructurales, en la elección de un Ministerio Público independiente, una Junta Central Electoral sin jefes, y unos jueces que obedezcan simplemente a sus íntimas convicciones.

Luis Abinader marcó la línea de Pizarro con relación a la corrupción y como diría el gran Julio César, la suerte está echada, aunque sé que el presidente podría paradojicamente, pagar un costo, pues la corrupción está tan incrustada en la sociedad dominicana, como el amor que profesa una madre a su recién nacido.
Cada época envuelve una manera de pensar. Cada día nos alejamos más del pensamiento crítico y complejo del gran francés, Edgar Morín, quien cumplirá 100 años en el mes de julio.

No sé hasta donde, la sociedad dominicana valorará y apoyará la decisión del presidente en esta lucha contra la corrupción y las mafias que se enquistan en los gobiernos.

Ulises Francisco Espaillat, Francisco Gregorio Billini y Juan Bosch, son figuras emblemáticas de la moralidad pública y ninguno de los tres pudo terminar su mandato.

Todos debemos apoyar al presidente Abinader en esta batalla contra la corrupción, pues hace muchos años, que el dinero se ha convertido en el nuevo Dios de algunos políticos.

Por: Ramón Rodríguez

centrodeidiomaswashington@gmail.com

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