Desde hace algún tiempo he escuchado llamarles “Artista de la patria” a algunos de nuestros valores, sin encontrar reales motivaciones, más allá de sus calidades artísticas, cosa que es indiscutible.
Sin embargo, entiendo que ese calificativo debe venir acompañado de un arsenal de méritos, como serían los casos de anteponer la patria a sus intereses artísticos y personales, o que dentro de su obra resalte a nuestra nación o exhiban la nacionalidad en sus presentaciones, apoyar a nuestros ciudadanos y a sus colegas, dentro y fuera del país en causas concernientes a lo nuestro, etc.
Algo que debe primar dentro de esos requisitos, para merecer ser nombrado como un artista patrio, es el hecho de tener una conducta íntegra dentro de nuestra sociedad y en lo personal, ser un ejemplo para los niños y jóvenes, al igual que un orgullo para los adultos.
Estoy seguro que en nuestro país a lo largo de nuestra historia, hemos tenido artistas dotados de grandes valores patrios y morales, y estoy convencido de que los seguimos teniendo hoy en día. Pero estoy todavía más que seguro de que sólo uno ha poseído los méritos suficientes, como para poder ser llamado el “Artista de la patria” y ese fue Antonio Mesa.
Nacido en la Capital a finales del siglo XIX (1895), Antonio Mesa Bonc, fue un cantante de hermosa voz y registro de tenor, quien tiene el mérito de ser el primer dominicano en dejar su voz grabada en el acetato. Fue la voz principal del famoso Trío Borinquen, del afamado compositor boricua Rafael Hernández, en Nueva York, en la década del 20.
En cuanto al patriotismo de este gran vocalista olvidado, podemos destacar que, como miembro del Trío Borinquen, solicitó que se le nombrara al grupo como Trío Quisqueya, lo cual se hizo cuando los discos iban a ser distribuidos para la República Dominicana y en otros mercados.
También exigió que sus grabaciones fueran en su mayoría de compositores dominicanos, de quienes tenía un amplio repertorio y gracias a ese detalle de Mesa, esos compositores se beneficiaron de sus derechos de autoría, siendo el pionero en hacer que a nuestros compositores se les pagara por sus obras, tal fue su aporte en ese sentido que a lo largo de su permanencia en el Trío Quisqueya, grabó más de 50 temas de autores dominicanos entre los que se destacan: José Dolores Cerón, Bienvenido Troncoso, ProfirioGolibart, Esteban Peña Morel, Salvador Sturla, Alberto Vásquez, José Álvarez, Eliseo Méndez (Cheo), Vigil Díaz, Leopoldo Gómez, Inocencio Pereyra, Luis Lockward (Danda), entre otros.
Otra manifestación del nacionalismo de Mesa, fue cuando le solicitó a Rafael Hernández que le compusiera una canción a su adorada Quisqueya, dado que él le había compuesto tantas canciones a su Borinquen, tales como “Mi patria tiembla”, “Oh patria mía”, “Pa’ Borinquen”, entre otras; Hernández lo que le respondió fue diciéndole que eso estaba resuelto, ya que él tenía una canción lista con el nombre de “Lindo Borinquen”, cambiando la palabra Borinquen por Quisqueya y de ahí nace la famosísima canción “Linda Quisqueya”.
Precisamente el maestro Rafael Hernández dijo una vez sobre nuestro Jilguero que: “Si Mesa hubiera sido ambicioso, hubiera ido muy lejos, ¡pero a cada rato se le metía en la cabeza irse para su tierra… y se iba!”.
Esas afirmaciones del maestro boricua se ratifican con lo hecho por Mesa en el año 1929, cuando Rafael Hernández tuvo problemas políticos en los Estados Unidos, por luchar siempre a favor de la libertad de su Borinquen querido, esa situación lo obligó a salir de allí; entonces decide irse hacia México en donde tenía buenos contratos de trabajo, le ofreció a Mesa, irse con él, y nuestro jilguero prefirió regresar a su añorada patria, perdiendo así grandes oportunidades de proyección en ese grande e importante mercado.
A partir de su regreso en 1930 la dictadura no le favorece y sus actuaciones escasean, sumado esto a que sus condiciones vocales habían ido mermando significativamente.
Esto provocó que su situación económica fuese cada vez más miserable y prácticamente vivía de las dádivas de sus amigos y colegas.
El 21 de mayo de 1949, muere Antonio Mesa en el Hospital Padre Billini, a mitad de una operación quirúrgica de úlceras gástricas. Literalmente, murió de hambre y miseria. Hoy en día, no existe ni un callejón con su nombre, para que lo recordemos y los jóvenes lo conozcan.
Entonces, con todo esto, ¿no sería nuestro olvidado jilguero, el verdadero “Artista de la patria”?
Por: Ismael Hernández Guerrero
Ismael.hdez@gmail.com
El autor es Investigador de la música popular dominicana.