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Aportes de Solmayra Vargas a la formación en salud: campañas de skin care contra el cáncer

Aportes de Solmayra Vargas a la formación en salud: campañas de skin care contra el cáncer

solmayra

Hablar de prevención cutánea sin caer en discursos médicos fríos es un reto que Solmayra Vargas ha sabido convertir en una práctica cotidiana. Comunicadora especializada en skin care y educadora en salud, ha logrado posicionar la educación dermatológica como una herramienta al alcance de todas las personas, sin importar su edad, color de piel o nivel de conocimiento científico. Lo suyo no es una campaña, es una forma de educar desde la empatía, el rigor y la acción.

Desde el inicio, su filosofía pedagógica ha girado en torno a una idea simple: si el conocimiento no conecta con la rutina, no se convierte en prevención. Por eso, en sus talleres y contenidos evita los tecnicismos y se apoya en situaciones reales. Habla de los minutos al sol esperando el autobús, del maquillaje con filtro solar en la rutina diaria, del jardín, de los recreos escolares. Todo sirve para ilustrar conceptos como daño actínico, autoexploración o exposición incidental.

Su estilo comunicativo es claro, accesible y respetuoso de la diversidad. «La piel no tiene un solo tono ni una sola historia», dice. Bajo esa premisa, ha diseñado materiales para poblaciones afrodescendientes, trabajadores al aire libre, adultos mayores y jóvenes digitales. Su compromiso con la inclusión ha permitido que comunidades muchas veces excluidas de las campañas tradicionales se reconozcan y participen activamente en la prevención.

Antes de lanzar una campaña, escucha. Organiza grupos focales con adolescentes, agricultores, personal de limpieza, estilistas. Su metodología parte de la observación y la escucha. «Si no sabemos qué piensa la gente, no podemos hablarle», afirma. Así descubre barreras culturales y diseña estrategias que respondan a dudas reales.

Cada campaña de Solmayra vive en varios formatos: videos breves para redes sociales, pódcast educativos, guías ilustradas, actividades escolares. Todos los contenidos tienen un mismo propósito: invitar a la acción. No busca viralidad, busca utilidad. Sus piezas siempre terminan con algo que se puede hacer: una cita médica, una revisión frente al espejo, un recordatorio de reaplicar protector.

Su trabajo también apuesta por la tecnología. Ha desarrollado una plataforma gamificada donde los usuarios reciben consejos personalizados. También ha promovido filtros de realidad aumentada que muestran los efectos del sol sobre la piel y una calculadora de huella solar que traduce rutinas cotidianas en recomendaciones prácticas. Todo esto no como una moda, sino como formas de aprendizaje con impacto emocional.

El impacto de sus acciones se ve en los testimonios. Docentes que inician la jornada con un «minuto de bloqueador». Niños que organizan días de sombra en la escuela. Entrenadores que incluyen ropa UV en los kits deportivos. Madres que enseñan a revisar lunares los domingos. Profesionales del wellness que incorporan chequeos cutáneos en sus rutinas. Empresas que rediseñan sus protocolos laborales con base en sus sugerencias.

Este alcance ha sido posible gracias a alianzas con dermatólogos, psicólogos, instituciones médicas y organizaciones comunitarias. Sociedades científicas reconocen su habilidad para combinar lenguaje simple con información validada. Asociaciones de pacientes la invitan como facilitadora para motivar a sobrevivientes a convertirse en multiplicadores. Universidades la incluyen en diplomados y planes de estudio.

Los retos no faltan. Uno de los más grandes: la conectividad. Muchas de sus acciones requieren materiales impresos, radios comunitarias y talleres presenciales. Otro: la financiación. Solmayra es firme al no permitir que el mensaje se contamine por intereses comerciales. Y un tercero: la actualización constante. Nuevos filtros, estudios, terapias, requieren revisar y adaptar continuamente los contenidos.

Actualmente, trabaja en la creación de un Observatorio Latinoamericano de Cáncer de Piel y en una red de embajadores juveniles que lleven la prevención a las escuelas desde el liderazgo estudiantil. Además, diseña un sello de certificación para empresas comprometidas con la salud cutánea de su personal.

Lo que Solmayra Vargas ha logrado no se mide solo en campañas, sino en la forma en que ha hecho del cuidado de la piel una parte natural del lenguaje cotidiano. Educar, para ella, es mucho más que informar: es cambiar la relación con el cuerpo, con el sol, con el tiempo. Su legado está en cada sombra elegida, en cada protector usado a tiempo, en cada pregunta que ahora sí se hace antes de ignorar una mancha. En ese gesto sencillo empieza la prevención, y ahí es donde su trabajo sigue creciendo.