¿Qué Pasa?

Arte nacional

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Joseph Caceres

En el carril del tiempo

La bachata en sus orígenes fue un género tan marginal, que por un tiempo fue escindida de las carteleras artísticas y del entretenimiento de los principales clubes sociales.

Se le otorgó la patente de corso, a partir de que Juan Luis Guerra la adoptó y la vistió de gala, poniéndola en los principales escenarios del mundo, labor que luego fue sustentada por Romeo Santos y el Grupo Aventura.

A partir de esa impronta se comenzaron a despejar los prejuicios y el menosprecio por esta expresión de la música popular.

Aún así todavía hay clubes, como el exclusivo Santo Domingo Country Club, que cuando han contrato a la orquesta de El Torito, le han pedido que toque solo merengue y no bachata.
Y bailadores son los primeros que le exigen bachata, vaya usted a ver…

Igual acontecía hasta hace poco con la música urbana.

Pero el fenómeno de su popularidad ha sido tan creciente e indetenible, que todas las carteleras multitudinarias, descansan en los artistas urbanos.

El aniversario de la televisora Telemicro, el pasado fin de semana en el Estadio Olímpico, se sustentó en un 90 por ciento de figuras urbanas.

Pero también se han apoderado de las patronales de los pueblos, de los carnavales, las tarimas de celebraciones, de las campañas publicitarias de productos de consumo masivo, de los espectáculos políticos (el de Leonel en el Olímpico), y hasta del Premio Soberano, a cuyos productores les ha resultado imposible sustraerse a esa realidad. Esta año la producción artística descansó en lo urbano.

Hasta los bailarines clásicos están cogiendo “el chuchazo” al ser desplazados de las coreografías de la premiación y de los grandes eventos.

La danza urbana se ha impuesto con sus movimientos y ritmos trepidantes.
Son los signos de los tiempos.

El resultado de un fenómeno contra el cual hay quienes se resisten, talvéz con sus razones, pero difícil de entender y de asimilar por los fruidores de esa expresión.

El Nacional

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