Abandonados a su suerte, con muy escasa ayuda gubernamental operan los asilos de ancianos públicos en República Dominicana, mendigando comida y medicinas para miles de personas que llegaron a la vejez en la pobreza y el abandono. El Ministerio de Salud Pública, a través de la Dirección General de Protección a la Vejez, invierte menos de RD$3 millones mensuales en la subvención de 32 asilos públicos. Para obtener los millones de pesos que debe invertir un asilo, sus administradores deben “salir a mendigar” entre personas e instituciones caritativas. Por ejemplo, el Hogar de Ancianos San Francisco de Asís, que tiene una población de 275 ancianos, apenas recibe de Salud Pública 265,725 pesos, menos de 1,000 por anciano.
Sor María Emerita Báez, directora de esa institución ubicada en el kilómetro 12 de la carretera Sánchez, en la capital, afirmó que son enormes los gastos en alimentos, en medicamentos, análisis de laboratorio, tratamientos dentales, pago de empleados, detergentes, pañales que tiene el lugar.
Todos los ancianos internos tienen más de 60 años de edad y por consiguiente, enfrentan muchos problemas de salud, propios de la edad. La religiosa manifestó que esa institución tiene una lista de más de 200 personas esperando entrar, pero que no es posible debido a la falta de espacio físico y dinero. “Solo estamos recibiendo lo que nos dejan tirado en la puerta”, dijo sor María Romero, otra de las monjas de la orden Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que administran el lugar. “Aveces los traen los vecinos y a veces les dan de alta en los hospitales y no tienen donde ir”, narró sor María Romero.
Otro
La Residencia Bethania, asilo ubicado en Los Mina, no recibe aún subvención de Salud Pública. “Tenemos que esforzarnos demasiado para obtener las cosas con dignidad, con humanidad”, reclamó el sacerdote Gregorio Alegría, fundador de esa institución en abril del 2006, que aloja a 40 ancianas con edades superiores a los 65 años.
El padre Gregorio cuenta las vicisitudes, las angustias, las presiones que ha sufrido junto a hombres y mujeres de la parroquia San Vicente de Paúl para mantener operando esa institución que fue reclamada con insistencia por la comunidad. Consideró que el Estado debe asumir el tema con responsabilidad.
UN APUNTE
Abandono
Los ancianos llegan a los asilos conducidos por familiares que acarecen de recursos económicos para alimentarlos, o por personas que los encuentran abandonados, en la mayoría de los casos con problemas mentales .
1. Los asilos públicos carecen de dinero y espacio para acoger a miles de ancianos que ameritan con urgencia alimentos, medicinas, atención siquiática y, sobre todo, cariño.
2. El sacerdote Gregorio Alegría, de la parroquia San Vicente de Paúl, trabaja arduamente por las 40 ancianas de la Residencia Bethania, en Los Mina.