Cómo se puede condenar al sobornador, sino hay sobornados? Pregunta lapidaria del lobista Ángel Rondón al ser sentenciado, solo junto a Víctor José Diaz Rúa, por el caso Odebrecht; él, que había asegurado, junto a Marcelo Odebrecht, el Ceo de la constructora brasileña, que distribuyó 92 millones de dólares a políticos, muchos de ellos congresistas y funcionarios de varios gobiernos, para la adjudicación ilegal de 18 obras que costaron unos 4,500 millones de dólares.
El pasado viernes, la Suprema Corte de Justicia emitió una sentencia declarando inocentes a Rondón y Díaz Rúa y por tanto el caso queda cerrado para siempre.
La Odebrecht aseguró que ofreció los 92 millones de dólares en soborno, lo confirmó el señor Vasconcelos, lo aseguró Ángel Rondón y ahora resulta que según nuestra justicia eso no es cierto. A la tasa de hoy son 5,487 millones de pesos dominicanos.
El caso lo llevó a cabo el entonces procurador general de la República y “extrañamente” no metió en el expediente el caso de Punta Catalina, que solo representaba en costo, la mitad de los 18 proyectos que motivaron los 92 millones de soborno.
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Ese señor afronta una acusación por ser el responsable de uno de los grandes casos de corrupción que ha instrumentado el nuevo gobierno y por el que se estima estafaron al Estado por más de 6,000 mil millones de pesos, un poquito más que dichosos 92 millones de dólares.
Había tres ofertas para la construcción de Punta Catalina, por el mismo sistema: 2,000 millones Odebrecht, el gobierno chino 1,100 millones y una compañía china Gezhouba 900 millones. El asesor contratado para escoger el ganador, un reconocido economista y lobista, era al mismo tiempo consultor de Odebrecht y lo que hizo fue escoger ésta.
Finalmente fueron los chinos subcontratados y terminaron Punta Catalina, regalando el gobierno 1000 millones de dólares los que hubieran servido para hacer muchas cosas que serían “algo más que salud”.