Más que barril de pólvora, Haití es hoy territorio insular repleto de minas explosivas de violencia, delincuencia e inseguridad que detonan cada día en turbulento y anárquico escenario social y político, que ha motivado a un dubitativo Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) a voltear rostro hacia ese drama.
A tanto ruego del secretario general de la ONU para que se forme una fuerza de acción rápida que ayude a restablecer el orden y paz en ese país, el Consejo de Seguridad ha encomendado al propio Antonio Guterres presentar “un informe detallado” con las diversas opciones para aplicar en Haití.
El informe, con plazo de entrega de 30 días, debe describir la gama completa de acciones que la ONU puede brindar para mejorar la seguridad, incluido apoyo para combatir tráfico ilícito y desvío de armas, así como lo relacionado con la capacitación adicional a la Policía Nacional Haitiana.
Ese documento también se refiere a “una fuerza multinacional ajena a la ONU, o una posible operación de mantenimiento de la paz”, en el contexto de apoyo a un acuerdo político en Haití”, expresión algo difusa pero cercana al anhelo del gobierno haitiano y de la comunidad internacional.
China y Rusia, miembros del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto, han expresado reservas sobre la conveniencia de articular una fuerza de intervención en Haití, en tanto que Estados Unidos, Francia e Inglaterra no han formulados posiciones categóricas en una u otra dirección.
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Aunque el Consejo de Seguridad se dice “preparado para participar activamente en el asunto y garantizar que se logren avances en Haití, su encomienda de elaborar un informe sobre alternativas de solución a la crisis haitiana parece una reacción diplomática ante el empeño del secretario Guterres para que se cree una fuerza de acción rápida.
Guterres ha sugerido conformar una misión de Cascos Azules de la ONU para que ayude en el terreno a la policía haitiana, lo que no ha generado entusiasmo en grandes metrópolis, que ahora juegan a extender la toma de decisión por al menos un mes más, a sabiendas de que Haití puede estallar antes de la víspera.