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Boric

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Chiqui Vicioso

Parado, con el brazo cruzado sobre el pecho, un sonriente Salvador Allende de 35 años acaba de ganar las elecciones en Chile.  Es menos buen mozo que Salvador, pero acaba de hacer realidad la profecía de Silvio Rodríguez de que todos cruzaríamos las calles nuevamente del Santiago ensangrentado.

En esa certeza está nuestra fuerza, al margen de dictaduras, y golpes bajos de todo tipo.  Creemos que la gente retomará las anchas alamedas, porque para ella es cuestión de vida o muerte, no estériles discusiones teóricas.

Durante el golpe a Allende me recuerdo llorando en ascensores y aceras.  Había fracasado en América Latina el primer intento de elegir un gobierno socialista con los métodos impuestos por el capitalismo: el voto.  Antes, se había justificado todo asesinato en masa, prisión, tortura, en que la izquierda no se sometía a las reglas del juego establecidas, hasta que todo un señor senador, de la burguesía chilena (como Chávez con el referendo) utilizó las reglas de sus contrarios y ganó las elecciones.

Lo demás es conocido: la traición de Pinochet, el terror generalizado, el bombardeo de la Moneda y Allende con un rifle disparando desde una ventana advirtiéndonos que al final sin armas no hay garantías. Los mecanismos de la reacción son implacables, ya la Bolsa cayó en un 6% y se disparó el dólar.  Nada que Boris no pueda manejar, quien tiene el apoyo de los sectores populares que salió a buscar y que no votaron en la primera vuelta, ganando un 55.6% de los votos, algo que solo Frei obtuvo en el 1964.

Buena lección para quienes juegan a “centristas”, porque Boris no salió a buscar el voto del casi inexistente “Centro Político”, sino retornaron barrios populares, los mismos que en Santo domingo inundaron   con la Marcha Verde, las grandes avenidas y hoy permanecen inertes, a la espera e las granes causas por las cuales retomar las calles.  Sugiero el feminicidio y las Tres Causales, así como el retorno de la nacionalidad de los dominico-haitianos, entre muchas otras causas.

Las elecciones chilenas estuvieron eriza das y trampas y obstáculos, pero el repudio a la Constitución Pinochetista fue masivo e inconmovible, así como el llamado a una Convención Constitucional impulsada por fuerzas alternativas como los Mapuches y las mujeres, hoy lideradas por Elisa Loncon Artileo.

No valió la feroz campaña anticomunista en la televisión nacional, desalentando la concurrencia a las elecciones, ni la prohibición y que los medios públicos y transporte salieran a las calles.

Todo inútil: La coalición Apruebo Ignia, conformada por el PC y el frente amplio, así como otras fuerzas, salió y barrio las amplías alamedas y toda la basura de la injusticia y desesperanza.