El profesor Juan Bosch, un ilustre literato, cuyo tránsito de vida fue impoluta, se vio precisado a enfrentar a Haití y tras un ultimátum de 24 horas, advirtió que ordenaría bombardear a Puerto Príncipe, la capital haitiana, en caso de que unos criminales al servicio del dictador Francois Duvalier, no abandonaran los límites de la embajada dominicana, asediada por el asilo de un ciudadano acusado de conspirar contra el gobierno del vecino país.
A continuación, fragmentos del discurso de Bosch, del 28 de abril de 1963, sobre el conflicto con Haití, cuando la frontera fue cerrada: La noche que Bosch amenazó con bombardear a Haití. «El pueblo dominicano sabe ya que la embajada y la cancillería de nuestro país, han sido violadas por la policía haitiana. Esa acción simboliza una bofetada en la cara de la República Dominicana, y una afrenta que nosotros no estamos dispuestos a pasar por alto, ya que hemos sufrido con gran paciencia, los ultrajes del gobierno haitiano, pero esos ultrajes tienen que terminar ya de manera terminante».
“Si no se resuelve por las buenas, lo haremos por los medios que estén a nuestro alcance, incluyendo una invasión militar en Haití. El país que no se hace respetar no tiene derecho a llamarse una nación libre, y la República Dominicana, es una nación libre, por la voluntad de sus fundadores y la sangre de los que la mantuvieron libre y soberana. Lo es, por la voluntad de su pueblo, y por la decisión del gobierno democrático que ese pueblo eligió el 20 de diciembre del 1962?.
“Haití, conspira contra el gobierno dominicano, y le ha faltado el respeto a nuestra nación. Las naciones pequeñas que permiten que esto ocurra, no son dignas de ser naciones, porque lo único que puede mantenernos como país soberano, es la decisión de hacernos respetar de los pequeños y de los grandes, de los que pretenden abusar de nuestra debilidad, y de los que pretendan abusar de su fuerza», concluyó diciendo Juan Bosch.
En consecuencia, la advertencia del presidente dominicano, no sólo quedó en retórica, sino que, además, envió aviones de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD), a sobrevolar la ciudad de Puerto Príncipe, en Haití, con la encomienda de lanzar volantes, en francés y creole, estableciendo claramente un plazo de tres horas al dictador haitiano, para desalojar la embajada, so pena de bombardear el palacio presidencial del gobierno haitiano, en caso de no obtemperar a la referida intimación.
Históricamente, desde que España, en el año 1795, cedió la colonia de Santo Domingo, a Francia, a través del Tratado de Basilea, hemos padecido innumerables atropellos por parte de aquellos que han dirigido a Haití, no obstante, quienes ocupamos la parte oriental de la isla, apaleamos a mantener siempre una política de buen vecino y puertas abiertas.
Desde Toussaint Louverture, en enero del 1801; Jean Jacques Desalines, en febrero del 1805; Jean Pierre Boyer, en febrero del 1822; Charles Hérard, en marzo del 1844; Faustino Soulouque, en marzo del 1849, y luego en noviembre del 1855; hasta llegar a nuestra época, la República Dominicana, ha sido invadida, asaltada y vejada, en innumerables ocasiones; primero, por la fuerza y, después, en forma pacífica. Sin embargo, a pesar de haber convivido con esa amenaza, nunca hemos blandido la espada de la venganza, para mancillar a nuestros agresores, más que para defender nuestros derechos como nación.