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Caamaño a 50 años

Caamaño a 50 años

Carlos Manuel Estrella

El público de la posteridad se constituye en el mejor juez para valorar la trayectoria de vida, aciertos, desaciertos y aportes de los grandes hombres de la humanidad y en el caso particular de la historia dominicana de la última centuria, la figura de Francisco Alberto Caamaño Deñó está sobre el tapete.

Se cumple medio siglo de la desaparición física del Coronel de Abril convertido en líder guerrillero de Playa Caracoles, quien el 16 de febrero de 1973 fue eliminado en las montañas del sur por el alto mando militar del régimen de Joaquín Balaguer, al que combatió con solo ocho compañeros.

El hijo de general trujillista creció con esa protección y logró formación envidiable para la época, tanto fuera como dentro del país, con episodios protagónicos desagradables como Palma Sola y se creció en abril de 1965, en defensa de la constitucionalidad para la reposición de Juan Bosch en el poder.

Su salida del país como agregado militar de la embajada dominicana en Londres y traslado clandestino a Cuba, donde se transformó en el Comandante Román para la guerrilla de Caracoles, marcaron la última etapa de su vida política que lo convertiría en abanderado del foquismo castrista en decadencia.

La crítica de la posteridad aún hurga en la búsqueda de factores claves del fracaso de Román en su proyecto de enfrentar con las armas al régimen de Balaguer y se citan el retiro del apoyo de Fidel Castro, traiciones locales, baja de combatientes, ruptura con Los Palmeros y cambios geopolíticos adversos.

Al margen del juicio final sobre la figura de Caamaño, su dimensión patriótica en la guerra de abril de 1965 contra los invasores estadounidenses lo sitúan como un prócer cuyos restos deben reposar junto a los inmortales en el Panteón Nacional y, a medio siglo de su muerte, sería el mejor homenaje.