Jamás lograré entender la tozudez del presidente y de los demás miembros de la Junta Central Electoral. ¿Qué cosa le habrá picado? ¿Por qué negarle prácticamente todo a la oposición política, especialmente al doctor Leonel Fernández, y a la sociedad civil? ¿Acaso olvidan que “tienen la responsabilidad de garantizar la libertad, transparencia, equidad y objetividad de las elecciones”?.

Lo confieso. Es como si se hayan propuesto, a unanimidad, fastidiar a toda la oposición y, al mismo tiempo, hacerse los graciosos con el partido gobernante. Sí, es cierto. Eso es lo que claramente se percibe. Como ejemplo irrefutable está la empresa Deloitte que se contrató para realizar la auditoría forense. Con el agravante de que esa empresa está súper cuestionada en otros países y que aquí mantiene relaciones estrechas con varias instituciones del gobierno dominicano.

Y precisamente esa es la empresa que selecciona la JCE. ¡Por Dios! Ya de antemano sabemos cuáles serán sus conclusiones finales. Lo que real y efectivamente queremos los dominicanos, los de aquí y los de allá, es que el fantasma del fraude no vuelva a hacer travesuras irritantes y peligrosas. Más aún, lo que nosotros deseamos es no ser testigo de primera fila de un atolladero electoral.

Las diabluras fraudulentas del pasado han de quedarse en el pasado. Los honorables miembros de la JCE están en la obligación ineludible de actuar de cara al sol en los procesos electorales que se avecinan. En caso contrario, estarían llevando a nuestra sociedad hacia un callejón sin salida.