La propuesta electoral del PRM en 2020 fue de “rumbo al cambio”, pero al llegar al poder se ha convertido en un cambio de rumbo. El pueblo confió en su competencia, pero los consabidos errores de conducción del Estado colocan al país en el mayor riesgo para la sostenibilidad de su desarrollo.
Pone en peligro su estabilidad para asumir los grandes compromisos que tiene por delante, principalmente, al contraer una deuda externa cuya gravedad para pagarla es evidente, y que compromete nuestro futuro si observamos el monto que sacrificamos del Presupuesto de la nación con la que honramos sus pagos.
La reflexión resulta útil ante el deplorable patrimonio que nos dejan, evidenciando que venimos siendo desgobernados por una generación inepta y voraz, indisciplinada y perniciosa para los intereses nacionales, que, según el modelo empleado, busca, además, un supuesto cambio social y económico, y que demostrables fallas de muy grueso calado y realizadas sin la menor reflexión en que han venido incurriendo, vienen alterando el sentido de bienestar de la población.
Transitamos por un sendero de dispendio y derroche del dinero público, y ahora nos encontramos con un escándalo de colosales proporciones usando miles de millones de pesos en bonos(sin nombres y sin números de cédulas) para adquirir votos.
El uso de dinero público para fidelizar votantes no es una novedad, pero esta vez ha sido una estrategia de corrupción encubriéndola como ayuda social. Pero lo peor es que el Gobierno se permite dar lecciones de moralidad, cuando lo evidente es el vaciamiento de legalidad en tantos actos de irrespeto a las leyes tras un posicionamiento electoral.
Así se ha venido acumulando todo un arsenal de irregularidades y desaciertos que nos permite evaluar con más precisión el riesgo del país. Otra vez, con torpe e irreflexiva manera, abren profunda brecha en el adecentamiento de la gestión gubernamental cuya trazabilidad operativa de ilegalidad habrá que rastrear.