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Campana sin badajo

Campana sin badajo

Luis Pérez Casanova

Si mala fue la estrategia de la oposición para concurrir a las elecciones municipales, cuyos resultados tanto le han amargado el paladar, peor ha sido la reacción para tratar de deslegitimar la aplastante victoria del PRM.

Desde mucho antes, firmas acreditadas habían advertido sobre el elevado porcentaje de desinteresados en los comicios para que ahora el liderazgo de las dos grandes fuerzas derrotadas enarbolen la abstención, que giró alrededor de un 47%, como un estigma contra un balance que ratificó tanto la percepción de amplios sectores como los pronósticos de los encuestadores.

Si los alegatos de la oposición no han encontrado resonancia la principal razón no es otra que la falta de identificación de la gente con los motivos que se enarbolan sobre una abstención, que además de representar el mismo fenómeno en todas las democracias, la del domingo 18 está por aquí dentro del rango de los últimos procesos.

Aducir que la inasistencia a las urnas fue inducida por el Gobierno a través de la compra de cédulas, con la supuesta complicidad de la JCE, no es ninguna alucinación, aunque lo parezca, sino otro capítulo del guion que se había preparado para empañar las votaciones.

En principio el primer blanco fue la JCE cuando el tribunal propuso el conteo manual en lugar del vulnerable voto electrónico. Después se le acusó de ser indiferente frente a las supuestas violaciones del Gobierno a la ley electoral con las inauguraciones de obras e incluso se llegó a recusar a un miembro porque rechazó las alusiones al respecto.

Aunque no prosperaran, la oposición insistía en sus denuncias para crear alborotos o buscar excusas para cuestionar unos resultados que se veían de lejos, como cuando advirtió sobre un alegado plan oficial para sabotear las votaciones.

En plazas como el Distrito Nacional, que solía ser el epicentro del proselitismo electoral, la campaña, tal vez porque el panorama se veía muy definido, apenas se sintió. Pero ahora, en lugar de reflexionar sobre unos resultados tan desventajosos, se engaña a sí misma, porque a nadie engatusa con ver en la abstención por la compra de cédulas el elevado porcentaje alcanzado por el PRM.

La compra del documento, que la hubo, aunque no se sabe protagonizado por quién, no fue tan escandaloso como en otros tiempos, ni determinante en los resultados.

La oposición, que en su estrategia de deslegitimar los resultados para ocultar su fracaso se ha quedado como campana sin badajo, porque nadie le ha hecho caso, está tan consciente como el que más que muchos no concurren a las urnas porque no se sienten motivados ni representados por los candidatos ni sus discursos; porque les da lo mismo una cosa que la otra, o porque no creen en el sistema.