Opinión

Cápsulas

Cápsulas

Las actividades de Semana Santa se tragaron la muerte de George Kell, a propósito de que estamos en una temporada más de las Grandes Ligas.

George Kell fue una de las figuras más importantes de ese difícil béisbol durante las décadas de los años ’40 y ’50, jugando para varios equipos: Atléticos de Filadelfia, Tigres de Detroit, Medias Rojas de Boston, Medias Blancas de Chicago y Orioles de Baltimore. Es oportuno aclarar que hubo una época en que Filadelfia tenía dos equipos, ese citado de los Atléticos, y los de hoy, o sea, los Filis. Uno en la Liga Americana y el otro en la Liga Nacional.

Entonces, George Kell, que acaba de morir a los 87 años de edad, jugó por primera vez en las Grandes Ligas en una brevísima aparición con los Atléticos de Filadelfia.

Jugó 15 temporadas, acumulando impresionantes numeritos: 1795 juegos, 6702 turnos, 881 carreras anotadas, 2054 hits, 385 dobles, 870 carreras empujadas y promedio de 306!

Su mejor temporada fue la de 1950 con los Tigres de Detroit, con 157 juegos, 641 turnos, 114 anotadas, 218 hits, 56 dobles, 101 empujadas y promedio de 340.

En 1949 había ganado el liderato de bateo con 343, jugando para los Tigres de Detroit. Y en 1951 bateó 319, logrando conectar sobre los famosos 300 en 12 ocasiones, algo que lo coloca en un lugar privilegiado.

George Kell jugó de 1943 a 1957, y ese año de su retiro bateó 297, promedio que no es fácil encontrar en el último año de un jugador, ni siquiera en una súper estrella. Era un jugador defensivo de primera línea, ganando varias veces el título y destacándose en varias posiciones, principalmente segunda y jardín corto.

En 1983 fue elevado al Salón de la Fama de Cooperstown, lugar donde Juan Marichal es el único dominicano que mora en ese Olimpo de las Grandes Ligas, incluyendo a algunos que nunca jugaron en las Mayores, pero lo merecían. ¿No es así, Martín Dihigo? Pero… por qué no preguntar: ¿no es así, Tetelo Vargas?

Claro, George Kell, que había nacido en 1922 en Arizona, tuvo un comportamiento no solo correcto dentro y fuera del terreno, como Tetelo, como su hermano Güigüí Lucas, como Guayubín Olivo y tantos otros que no jugaron en las Grandes Ligas, o jugaron poco, pero merecen que se haga con ellos las excepciones que merecidamente se ha hecho con otros.

 Hasta aquí, dar detalles y lamentar la muerte de George Kell, que, repito, su muerte se la comió la Semana Santa y es seguro que la mayoría de los amantes del béisbol no lo sabían hasta hoy, y que recuerdan con cariño a ese gran jugador, que para ser completo le faltaba el poder.

Ahora bien, al llegar aquí yo me pregunto: si George Kell cabe en el Salón de la Fama de Cooperstown, como en realidad cabe ampliamente, por qué no caben, por ejemplo, Jim Rice, André Dawson, Burt Blyleven, etcétera.

Si cabía, y es correcto, George Kell por qué no cabe el venezolano David Concepción, el boricua Roberto Alomar, los dominicanos Felipe Rojas Alou, Manuel Mota, Ricardo Carty, Julián Javier, el tocayo de George Kell, o sea, Jorge el de las Campanas, etcétera.

Y aquí viene la pregunta dura: ¿Irán al Salón de la Fama Samuel Sosa y Peter Martin? Yo creo que tienen muchas posibilidades, pero no creo que tengan ya boletos para ir al pueblo de la familia Cooper. ¿Lo tiene, por ejemplo, Peter Martin, con sus más de 3 mil ponches, sus más de 200 victorias y sus 3 Cy Youngs? “I am not sure”, dice Ellis Pérez.

¿Y Samuel Sosa y sus 600 jonrones, miembro de un club selecto de apenas 6 miembros? ¡Llévatelo Cundo!

El Nacional

La Voz de Todos