Señorío de los ladrones
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Es bien lamentable contemplar a la sociedad dominicana sometida y sumergida en la cultura del latrocinio a la luz del día, a la vista de todo el que quiera ver, sin el menor sonrojo, todo lo contrario, pues hoy muchos ladrones suelen erguir la frente, pero lo que más preocupa, además del hecho en sí y de sus consecuencias, es la permisividad y hasta sumisión que frente al robo están mostrando muchos/as hombres y las mujeres de nuestro país como si lo mismo diera ser honrado que deshonesto, dos condiciones suficientemente distanciadas. Afortunadamente para un grupo importante de ciudadanos y ciudadanas del país, crece la conciencia de que la corrupción y el robo deben ser denunciados, perseguidos y castigados sin contemplación.
La práctica de tomar lo ajeno tiene la edad que la humanidad misma carga sobre sus hombros, mas la acción de robar siempre ha tenido una carga social negativa, de repulsión colectiva. Recuérdese que aun en la tabla de los Diez mandamientos escritos por Moisés bajo mandato divino, el séptimo de ellos ordenaba no hurtar, es decir que robo había, pero también la reprobación de dicha esa acción, que también significa la caída moral del ser humano.
El profesor Juan Bosch, en su extensa y variada obra literaria, nos regala, entre otros, dos significativos cuentos que son ejemplos de lo que en él, a través de sus personajes, provocaba el robo y la condición de ”ladrón”. Nos hallamos ante dos menciones muy precisas donde queda plasmada una visión ética de la cosa. En el cuento “Camino real”, pieza literaria cargada de humanismo, sensibilidad y belleza en el lenguaje, se advierte un punto de vista sobre la acción de robar: “He aquí -dice- las causas por las cuales un hombre mata. Aquí en el Cibao dos cosas deshonran: robar o soportar una injuria”. Más adelante, reafirmando ese mismo juicio, reitera que “en el Cibao es deshonra robar”.
Para aquellos que están bajo la aureola de la corrupción, probablemente la sola idea de avergonzarse de robar, es una posibilidad remota, un pensamiento desfasado. Es por esta razón que los personajes dominicanos más corruptos y señalados por el rumor popular y por denuncias hechas, suelen tener muchos medios de prensa que los entrevistan, y allí aparecen con buenos atuendos y maquillajes que les hacen lucir como unos grandes y respetables señores. Es de esa manera que han ido conformando una compleja estructura de robo, mafia y estafa al amparo de una poderosa red de complicidades que le facilita la plataforma para una cultura del robo y el enriquecimiento ilícito, y bienes malhabido.
Atentamente,
Melania Emeterio R.