Concertación o aplastamiento
Señor director:
Los partidos políticos son un frente de masas. Cortar las tendencias, los movimientos internos, la lucha soterrada, es acabar con el espíritu democrático de los partidos. Lo que debe existir es un liderazgo máximo, individual o colectivo, que sepa aglutinar a todos los sectores.
Cuando un partido político mayoritario deja de ser un frente de masas, se torna excluyente, con posiciones dictatoriales, de espaldas a los deseos de sus militantes y negador de los cambios.
Las tendencias no llevan a la división, sino a la diversidad de ideas, que tiene un hilo conductor que es el bienestar colectivo y la toma del poder político. Si no hay un verdadero liderazgo llega el caos.
Los viejos partidos comunistas o de izquierda no tenían el problema del frente de masas, porque su ideal era la clase obrera y los campesinos, donde éstos fueran predominantes. Era el poder sólo y únicamente para los proletarios, y el sojuzgamiendo de las demás clases.
En las revoluciones armadas, hay varios núcleos, sectores que se enfrentan dentro de la revuelta, pero con una meta en común. Solo una mente coordinadora por encima de los demás, podría allanar el camino hacia la unidad.
Pero querer cercenar las tendencias, como negadoras de la unidad, es un camino errado. La unidad solo se da para propósitos comunes para una agenda participativa hacia una meta que sea igual para todos. La unidad es imposible en el reflujo, en la inacción, en el retroceso, en el abandono y en los brazos cruzados.
La revolución bolchevique, el principal acontecimiento de masas del siglo XX tuvo a Lenin como su principal cabeza y brazo ejecutor, pero florecieron las tendencias y los grupos organizados como fueron los de Stalin y Trosky, y otros minoritarios.
Ahí también surgió el ejemplo de lo difícil que es convivir cuando hay dos dirigentes o líderes poderosos, con igualdad de fuerzas. Sólo queda un camino, aplastamiento o concertación. Stalin prefirió el golpe certero y así eliminar a sus enemigos de partido. Sin embargo, el mejor trago a tomar es la concertación.
Los partidos se dividen por falta de liderazgo, por muletas que tiene que llevar en el sobaco la dirigencia, y ausencia de visión para las líneas programáticas a seguir. Cuando en un partido hay obreros, campesinos, chiriperos, empresarios, profesionales, técnicos, mujeres y hombres cada cual tratando de obtener beneficios personales y grupales, es imposible cortar de un tajo las tendencias.
El buen líder siempre tiene que tener en cuenta una máxima hoy olvidada de que si usted da un paso adelante y marca su terreno, su línea de pizarro, tiene que dar dos pasos atrás, antes de proceder a quemar las naves.
Atentamente
Manuel Hernández Villeta