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Catarsis

Catarsis

Fausto Jáquez

Si te detienes frente a un espejo mirarás tu cuerpo, si lo haces en una obra de arte, verás tu alma.
El “David” es una de las obras maestras del Renacimiento y una de las esculturas más famosas del mundo realizada por Miguel Ángel, por encargo de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia, ciudad donde se encuentra expuesta en la actualidad, en la Galería de la Academia.

Cuentan que el día que fue expuesta al público por primera vez, un amante del arte de la época le dijo a Miguel Ángel que era una maravilla lo que había logrado, a lo que él célebre artista contestó, “Yo no he hecho nada, todo lo hizo Dios, sólo quité lo que sobraba”.

Esta ocurrencia me recuerda a las salidas repentinas que acostumbraba el gran artista dominicano (ya fallecido) Alberto Ulloa. A mediados de los 80 cuando tenía su estudio en la calle Duarte #249, además una cangrejera y un fogón, donde tomábamos algunas cervezas y sancochábamos cangrejos.

El maestro José Félix Moya y el ya evocador de duendes Ulloa (parece que su amigo Freddy Ginebra Giudicelli lo había contagiado) tenían delirios de ser grandes tenores y entonaban arias en una competencia atroz, pero bien divertida.

El lugar se convertía en magia cuando las noches de luna llena emergía antes de la puesta del sol y los colores de su tenue luz competían con la crepuscular que se reflejaban en las centenarias paredes de las Ruinas de San Francisco.
Regresaba de San Juan, cuando en las inmediaciones de Azua me detuvo a recoger un tronco de guayacán de unos 150 cm parecía me estaba llamando.

Al llegar a la casa del maestro me detuve a saludarlo y le enseñé el ya mencionado tronco, me dijo ¡Ahí habita un duende! Algunas semanas después en uno de sus famosos cocinados me sorprendió con la figura de un nativo de la isla, que había dejado después de quitar la madera que sobraba.

Los seres humanos somos una roca a la que el creador nos dio el regalo de poner alma, la vida nos ha moldeado de diferentes formas, todos cargamos dolores y traumas, pero estoy seguro que podemos quitar daños de nuestro ser, cada uno con la forma que le vaya bien.

Por: Fausto Jáquez
jaquezfausto@gmail.com

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