Opinión

César Hilario y el Orfeón

César Hilario y el Orfeón

El pasado sábado 15 de diciembre, asistimos al 57 Festival de Navidad, con el coro Orfeón de Santiago, creado y dirigido por el P. César Hilario, un sacerdote católico de los que hay que enorgullecerse, como santiaguero, amigo y pastor. En esta ocasión, convaleciente de una fractura en el brazo izquierdo, por la que fue intervenido en cirugía, el P. Hilario no pudo dirigir su Orfeón, lo que hicieron con maestría los directores invitados, Pedro Borges y Marino Vargas.

Hace 57 años, un joven sacerdote mocano, César Hilario, graduado del Pontificio Instituto de Música Sacra, del Conservatorio Santa Cecilia, en Roma, con Master en Composición, formó el Orfeón de Santiago, 49 voces a capella para interpretar clásicos, populares y floklore. Los 8 años que estudió en Roma, los coronó graduándose cum laude, habiendo sido alumno de Domenico Bertolucci, director perpetuo del coro de la Capilla Sixtina y académico de Santa Cecilia.

Nos conocimos en el pleno período de los 12 años de Balaguer, cuando llegamos al país, él establecido en la Parroquia de Pueblo Nuevo para la época, fue un pastor dedicado a salvar a sus ovejas, en una época de terror en la que desaparecían y se eliminaban a opositores del régimen. Pero lo mejor, y hasta el día de hoy, mantiene una claridad espiritual liberadora, que no duerme a nadie y que despierta la criticidad de las personas con respecto a sus creencias.

No se pueden tocar los pecados de la Iglesia

Desde el Monumento en la Marcha Verde en Santiago, el P. César Hilario dijo que “la Iglesia Católica tiene miedo de denunciar los pecados que comete la clase alta de la sociedad dominicana”, argumentando que de hacerlo “es como tocar un cable de alta tensión”, y pidió a sus compañeros y hermanos, “no reducir el pecado solamente a la clase baja, a la borrachera, a los crímenes, robos, y las drogas”.

Convaleciente, la noche del sábado, muy emocionado, aprovechó para recordarnos que hay que “volver a lo esencial”, que es el Evangelio y reinterpretarlo como fue el nacimiento del Hijo de Dios, entre los más pobres, y en actitud de servir.

El maravillo Orfeón, con sus 49 voces preciosas todas, bordó la noche del sábado y su 57 Festival de Navidad, como cada año en este más de medio siglo de existencia, y Santiago arropó la actividad con muchísimo cariño, porque aquí, amamos al Orfeón y a César Hilario.

Él mismo lo dijo en su momento: “El orfeón sin mí no es nadie, pero yo sin el Orfeón tampoco soy nadie”. Gracias a ambos!

El Nacional

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