Los aprestos sobre una modificación de la Constitución para consignar la reelección del presidente Danilo Medina ha puesto sobre el tapete la degradación moral de la clase política, pero sobre todo de los legisladores.

Por la pérdida de efecto y crédito del discurso político no se habla de persuasión o convicción como actos de conciencia, sino de compra y venta de los diputados que necesita el proyecto reeleccionista para revisar la Carta Magna. Como el dinero siempre ha corrido sin consecuencia alguna la práctica, que en una ocasión se atribuía a un señalado “hombre del maletín”, antes que erradicarse se ha reproducido.

El diputado Elpidio Báez se ha permitido declarar, como si se tratara de un deporte, que los reeleccionistas cuentan con los votos legislativos para modificar la Constitución, sin reparar en el daño a la moral de los congresistas.

Y como colofón el secretario general del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Tony Peña Guaba, declaró que se habían “comprado” 10 o 12 diputados del Partido Revolucionario Moderno (PRM) para el proyecto. La moral de los legisladores, como el tango de Gardel y Le Pera, sigue cuesta abajo.