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Como cada Domingo

Como cada Domingo

Cuando te insultan

Una de las situaciones más vergonzantes es verse insultado con ira, posición que puede ser origen de muchos otros acontecimientos que marcan la experiencia, que daña las relaciones entre las personas y que define o deteriora la auto-estima de quien es objeto de la desagradable acción verbal.

Verse insultado y agredido verbalmente es una oportunidad de oro para ejercitar los valores que hemos aprendido y repetido sobre la humildad. Se sueltan los egos. Se disparan las alarmas. Se hace incontrolable la reacción adecuada, la justa, la proporcional a la causa que la genera.

No hay nada comparable al ego ofendido y la ubicación en el cruce de las avenidas que forman el amor por sí mismo y el celo por el cumplimiento de las tareas asignadas.

¿Qué hacer cuando te insultan con ira?

La primera recomendación es no reaccionar en la misma medida que quien insulta. Colocarse en la competencia de los amores propios, no conduce a nada positivo.

Es un afán inútil y de consecuencias impredecibles, intentar demostrar quien grita más, quien ofende más, quien es capaz de tratar de afirmar sus razones mediante el atropello.

La segunda orientación la ofrece Proverbios 15, “La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor”. ¡Cuánta sabiduría no escuchada en las Sagradas Escrituras!.

¿Cuántos cristianos son capaces de asimilar la maravillosa carga de sabiduría de estas 13 breves palabras?
La tercera recomendación es dar la razón a quien te ha insultado, si la tiene (como ha ocurrido tantas veces).

Quien insulta y grita, lo hace porque cree entender que tiene razones. En principio, ninguna persona en control de sus facultades y pensamientos, agrede verbalmente a otra persona, porque le dio la gana.

Siempre puede haber razones, la mayor parte de las veces válidas desde la perspectiva de quien opta por el insulto y la ira. Saber ver las razones del insultante, es un gesto de inteligencia sensible. Y en ese caso, hay que pedir perdón con sinceridad, una vez que los ánimos se han calmado.

Y muchas veces, quien insulta tiene motivos para estar molesto, sobre todo cuando ocurre el incumplimiento de responsabilidades o plazos de quien es ahora insultado.

Si tiene la razón – aun cuando mal canalizada en principio- se le debe conceder esa razón.
Es simple.
Es sencillo.
Es liberador.
Es cristiano.
Es humano.