Las relaciones de amistad son fundamentales en la niñez y la adolescencia. Permiten desarrollar sentido de pertenencia, crear redes de apoyo, así como favorecer el autoconocimiento y formación de identidad de los niños y adolescentes, así lo explica Larissa De Peña, psicóloga y máster en Intervenciones en Psicoterapia.
La especialista señala que la escuela es un entorno clave para que los niños y jóvenes formen amigos, ya que constituyen un espacio donde transcurre gran parte de su día y se comparten experiencias similares en la etapa del desarrollo.
Para la profesional, al iniciar el año escolar existen ciertos aspectos que pueden contribuir a hacer nuevas amistades, y el primer paso es actuar con autenticidad.
La psicóloga Larissa de Peña comparte claves para fortalecer la autoestima y crear vínculos genuinos en las aulas

“Conocerse así mismo, ser fiel a lo que motiva y a los propios valores permite crear relaciones genuinas. De esta manera se identifican intereses comunes que se disfrutan con sinceridad. La vulnerabilidad y transparencia promueven un ambiente de confianza y seguridad para formar amistades”, afirma.
Otra recomendación es mantener apertura al diálogo, incluso en los gestos más simples. Una sonrisa, un saludo, preguntar por las vacaciones o hablar sobre una película o videojuego favorito pueden ser el punto de partida para una buena conversación.

“La disposición a conversar desde el estilo propio de cada joven, genera acercamiento y conexión”, destaca.
La psicóloga también resalta la importancia de mostrar empatía y solidaridad. Escuchar, acompañar o simplemente ofrecer ayuda cuando alguien lo necesita son gestos que crean vínculos significativos.
“La reciprocidad es la base de toda relación que perdura en el tiempo. El interés y la comprensión al otro permiten fortalece un vínculo. Acciones como ofrecer compañía, escucha o ayuda, reflejan un espacio de apoyo con el cual contar”, señala.
Por último, indica que está el valor de compartir tiempo de calidad: la frecuencia de interacción y contacto, dentro y fuera de la escuela, lo cual permite que las características individuales resulten cada vez más familiares.
“Momentos juntos en recreo, en clases extracurriculares de interés, o en casas de compañeros, pueden expandir el conocimiento mutuo y consolidar lo construido”, señala De peña.
Resalta que cuando un chico se valora es realmente capaz de formar vínculos sinceros, desde apreciar quién es y desear compartirlo con los demás.
Concluye diciendo que las prácticas como las mencionadas facilitan interacciones sociales, al integrar el amor y fidelidad a sí mismo, con tiempo de calidad y empatía por el otro.