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Congresistas, ¿qué hacemos?

Congresistas, ¿qué hacemos?

Susi Pola

El pasado miércoles, una amiga me llamó alarmada: le solicitaron ayuda para tres niñas y un niño, menores que, se sospechaba, su madre ponía en riesgo de comercialización sexual, enviándoles a vender “bolones” tarde en la noche.

El papá de las niñas y el niño relata que trabajó durante trece años en un horario doble para poder mantener a su familia, salía temprano y llegaba muy tarde a la casa y cuando lo hacía, muchas veces, “no encontraba ni a la mujer, ni a las niñas y el niño, y llegaban tardísimo, ella, borracha”.

Cuando perdió su trabajo, se percató de que las niñas y el niño, de noche, eran enviados por su madre a la calle a “buscar dinero, vendiendo bolones”, sin embargo, dice, “a veces, no vienen a la casa por un par de días y llegan con mucho dinero”. Además, le avisaron un par de veces, “que la niña de 14 años se estaba prostituyendo y andaba en malas juntas”.

Advertido, cuenta que recurrió a la Fiscalía: una magistrada le sugirió ir a CONANI. Fue a CONANI: le dijeron que solo acogían casos de huérfanos.

Se dirigió al destacamento policial del sector: su mujer lo siguió, armó tremendo altercado, desanimando a los uniformados que, ya saben, “en pleito de marido y mujer” prefirieron no meterse. También fue a la escuela, de hecho, varias veces: la directora del plantel le dice siempre que, “lo esta gestionando, pero esas cosas son al paso”.
Incluso, acudió al Pastor de la Iglesia: prometió ayuda, pero hasta ahora, no ha podido hacer nada.

Con mucha pena por esas tres niñas y ese niño sin socorro de entorno, sociedad y Estado, llamamos a la Procuraduría General de la República, PGR, donde siempre responden a quienes trabajamos con Violencia de Género, y nos orientaron.

Debido a que, la persona contacto con la familia afectada no puede usar celular en el horario de trabajo, se perdieron casi dos días, pero al cabo, la Dirección Nacional de Niños, Niñas, Adolescentes y Familia. DINNAF, se comunicó y empezaron las gestiones.

Este sábado pasado, penosamente supimos que la menor de 14 años, el día anterior, había sido violada grupalmente y luego de la terrible agresión sexual, finalmente, fue rescatada por las autoridades.
La historia de ella, de sus hermanitas y hermanito, empieza ahora.

Demasiado referencias de casos similares agobian el sistema social dominicano, con acciones desconectadas, sin presupuestos decentes y lo peor, con poca sensibilidad.
Congresistas, ¿qué hacemos con esas maternidades?