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Corrupto, y qué…

Corrupto, y qué…

José Antonio Torres

La corrupción política se refiere a los actos deshonestos o delictivos cometidos por funcionarios y autoridades públicas que abusan de su poder e influyen a realizar un mal uso intencional de los recursos financieros y humanos a los que tienen acceso, anticipando sus intereses personales o los de sus allegados a los de la sociedad.

Los países en que la transparencia de las cuentas públicas, adquisiciones, concesiones y similares sea reducida o incluso inexistente estarán más expuestos a estas acciones, pero si además los medios de información no son transparentes al informar a los ciudadanos o se ven coartados en la posibilidad de hacerlo o simplemente manipulados, el proceso de corrupción será más complicado de erradicar y juzgar.

Sin embargo, a pesar de todas esas teorías, entre los males para los dominicanos el tema de la corrupción no ocupa espacio, especialmente en la política, quizás esto se debe a la frustración porque la justicia ha sido muy débil contra los corruptos o por simple costumbre.

En las últimas encuestas publicadas, cuando a la gente le cuestionan sobre los principales problemas del país, una amplia mayoría hace referencia a los altos precios de los alimentos y la inseguridad ciudadana; menos del 5% toca el tema de la corrupción.

Pero lo peor de todo es que el dato queda reforzado con el comportamiento de esa población. Recuerden que en una ocasión el entonces presidente Joaquín Balaguer admitió que en sus gobiernos, en los primeros tres períodos, surgieron 300 nuevos millonarios. Toda la sociedad sabía que eran producto de la corrupción, pero siguieron votando por él.

Otros hechos significativos fueron los de Luis Inchausti, del PLD, y Radhamés Ramos García, del PRD, quienes acusados de acciones indebidas fueron los más votados en las contiendas internas de sus partidos.

Otro sometido varias veces por corrupción y que siempre gana en su demarcación es el senador por San Juan de la Maguana, Félix Bautista.

De modo que estos hechos demuestran el desinterés de los dominicanos por los casos de corrupción. Las razones no las sabemos, pero creemos que ese tipo de conducta merece estudios especiales.

Sin embargo, por lo pronto de lo que estoy seguro es que usar el tema de la corrupción como estrategia de campaña no servirá de mucho, porque los electores piensan en lo que los afecta en la inmediatez como apagones altos precios de los alimentos y el raterismo.