Editorial Opinión

Crimen bárbaro

Crimen bárbaro

El asesinato del dirigente ecologista Francisco Ortiz Báez, por denunciar y oponerse a la extracción de  materiales  en la ladera del río Tireo, de Constanza, consterna e indigna a la sociedad dominicana que de nuevo emplaza al gobierno a enfrentar y detener la continua depredación de los recursos naturales.

Ortiz Báez, de 39 años, fue muerto a balazos por individuos que extraían agregado de construcción en ese cauce, quienes  sepultaron el cadáver  en unos matorrales de la comunidad Las Cuevas de Las Sabanas, entre Azua y Ocoa, donde posteriormente fue localizado por la Policía.

El presidente Luis Abinader definió al malogrado activista medioambiental como “un mártir” y su muerte como “un crimen bárbaro”, aunque falta por comprobar la versión del mandatario de que “en este gobierno hemos prácticamente eliminado la toma de materiales de los ríos”.

Se cuentan por decenas los cauces objetos de depredación, entre los que figuran los ríos Ozama, Isabela, Nigua y Nizao, donde con frecuencia pueden verse camiones que recolectan materiales de construcción, aunque se admite que  muchas  empresas  explotan minas secas, como refirió el mandatario.

Desde hace varios años se denuncia que desaprensivos extraen arena y talan  zonas boscosas en Las Dunas de Bani, sin que las autoridades pongan término a ese crimen ecológico, el cual se intenta minimizar con el señalamiento de que la depredación ocurre en territorio fuera del área protegida.

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Son muchas las denuncias que se divulgan a través de la prensa y redes sociales  sobre extracción de agregados de construcción en laderas de ríos y afluentes, así como tala indiscriminada en Los Haitises, parques nacionales Cordillera Central y región Suroeste, donde opera una gran factoría de carbón vegetal.

Policía y Ministerio Público apresaron y sometieron a la justicia a Reynaldo Cruz Castillo, de 53 años, y Andy Joel Payano (El Guardia), de 25, imputados por la muerte de Ortiz Báez, en tanto, y persiguen a otros dos individuos que habrían participado en el hecho.

Una sociedad compungida y enojada, no solo reclama que los autores materiales y cómplices de tan abominable asesinato reciban todo el peso de la ley y de la justicia, sino que también reclama que la sangre de ese mártir del medioambiente sirva para que de una vez y por toda el gobierno se arme de valor y enfrente a las mafias que depredan los recursos naturales de la nación.

El Nacional

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