Editorial Opinión

 Cuento de hadas

 Cuento de hadas

La crisis de Haití muestra algunos signos de alivio, como la dimisión del primer ministro Ariel Henry para dar paso a la instalación de un Consejo Presidencial de Transición, pero el aplazamiento del arribo de la misión policial de Kenia por “cambio fundamental en las circunstancias”, se recibe como lúgubre presagio.

En la reunión de Jamaica entre el secretario de Estado, Antony Blinken y los comisionados de la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom), hubo un derroche de optimismo y satisfacción porque se acordó un gobierno colegiado “para llevar a Haití a un estado de derecho pacífico y seguro”.

En ese encuentro se logró la renuncia de Henry, arrinconado en Puerto Rico, así como las seguridades de un “rápido arribo a Puerto Príncipe” de la fuerza de pacificación encabezada por Kenia, con el anuncio de Blinken de que Estados Unidos aumentará a US$300 millones su aporte a esa misión.

La nota discordante ante esas buenas noticias, ha sido el anuncio de que Kenia decidió aplazar el envió de policías a Haití, porque según el canciller keniano “se produjo un cambio fundamental en las circunstancias como consecuencia de la ruptura total de la ley y el orden y la posterior dimisión del primer ministro”.

El secretario general de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, “tomó nota” de los acuerdos alcanzados el lunes en Jamaica para el establecimiento en Haití de un “consejo de transición”, pero no presentó fórmula para instalarlo, ni tampoco para ejecutar “una hoja de ruta” más parecida a un cuento de hadas.

La historia de terror que se escenifica en Haití donde el líder pandillero Jimmy Cherizier (Barbecue), ha logrado unificar a todos las bandas armadas con la proclama de que el país se dirige hacia una guerra civil que acabará en genocidio si se produce una intervención militar foránea.

Parece razonable que Kenia desista por el momento de encabezar una fuerza de pacificación en una nación en desbandada, sin gobierno, la cual ha quedado en indefensión institucional por la renuncia del primer ministro impedido de regresar.

El gobierno dominicano debería socializar con el liderazgo político la hoja de ruta que ha elaborado para salvaguardar la soberanía y el interés nacional ante la agravada crisis haitiana, cuyos remedios recomendados por la comunidad internacional parecen difusos y tóxicos.

El Nacional

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