Somos una comunidad mulata. Pero esa condición no nos convierte en inferiores como seres humanos, a pesar de tesis como la del filósofo francés Arthur de Govineau y la del político y ensayista dominicano Pedro Andrés Pérez Cabral (Corpito). Más que por nuestros rasgos físicos nos distinguimos o caracterizamos, como todos los grupos étnicos, por la cultura.
En su ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, De Govineau postulaba la superioridad de los arios, porque los consideraba un grupo puro. Sabemos que la falsa superioridad de la etnia fue uno de los recursos utilizados por el fascista Adolfo Hitler para el horrendo holocausto de millones de judíos, detenidos, confinados y ejecutados en campos de concentración.
Pérez Cabral, en su ensayo “La comunidad mulata” atribuye a la mezcla étnica, dominada por el negro, el escaso desarrollo cognitivo y la ausencia de integridad del dominicano. Pero tanto él como De Govineau yerran al resaltar el factor genético por encima del cultural en el proceso de formación y desarrollo de las sociedades o grupos humanos.
El Gobierno, más por complacer a grupos que han convertido el antihaitinismo en la esencia y bandera de la dominicanidad, ha motorizado una promoción infame, que en lugar de apuntalar, distorsiona el pensamiento del patricio Juan Pablo Duarte sobre una patria libre, soberana a independiente. Si el objetivo de la campaña “Dominicano de pura cepa ¡pa’que lo sepa! fuera reivindicar la cultura y los valores nacionales habría que identificarse con ella. Pero no es así.
En un territorio en que sus primeros habitantes fueron exterminados tras el violento proceso de colonización, que como han expuesto los doctores Bernardo Vega y Rubén Silié es hoy un crisol organizado alrededor de leyes, tradiciones y cultura, el dominicano, claro está, no tiene necesidad de ser antihaitiano para defender su identidad cultural, política, religiosa y territorial. Para esa condición basta con nacer aquí de padres legales, hablar la lengua oficial y asumir sus símbolos y valores.
El Gobierno tampoco debe prestarse a dar lugar a malas interpretaciones con campañas que en la forma y el fondo son discriminatorias, solo por complacer o congraciarse con sectores que desprecian al haitiano. ¿O esa dominicanidad de pura cepa se enarbola frente a Estados Unidos, Inglaterra, Francia o España?.
Imágenes como la de Duarte nunca han debido utilizarse para manipular el sentimiento patrio ni fomentar el odio. Antes, durante ni después del proceso electoral ese esperpento debió divulgarse. Además de retirarse, en el mejor de los gestos, debe pedirse perdón.