ESTO PIENSO, ESTO CREO

Demasiadas cosas juntas, que  impiden vivir tranquilos

Demasiadas cosas juntas, que  impiden vivir tranquilos

Ramírez Ferreira

Rafael R. Ramírez Ferreira
rafaelelpiloto1@hotmail.com

Las confusiones en la vida que estamos viviendo, nos hacen cada día más incrédulos aun y poseamos la intención para creer. Que la inteligencia artificial es la clave que resolverá el porvenir de la humanidad, es una bonita manera de hacernos creer que es así, sin antes decirnos que esos “objetos”, solo hacen lo que un humano le dice que debe hacer y cuando hacerlo.

Es decir que no sabemos si en realidad lo importante es el hombre que piensa y crea, o la “cosa” que nos presentan como principal protagonista de nuestro desarrollo. Sutil la diferencia, pero, diferencia al fin.

Pero la cosa no se detiene ahí, no señor, existen otras sutilezas que se han estado desarrollando en nuestro país que, el solo pensar en ellas, nos debe de dar escalofríos, ya que estamos transitando un camino sin orden, respeto o visión de futuro, ya que, si no pensamos en el orden y el respeto a las leyes y buenas costumbres, nada asegura que el futuro no será como vivir en la famosa torre de Babel.

Quizás, sería injusto o errado decir que estamos en el clímax para ser gobernados por la voluntad de “colectivos”, esto en realidad, no lo sé, pero, es innegable que hoy se anda en busca de ser independiente mediante la afiliación a determinado colectivo o sindicato, todo en busca de privilegios o prebendas y ejercer presiones sociales y políticas con el fin de obtener beneficios más allá de cualquier ley y, sobre todo, por encima del resto de la ciudadanía.

A esta situación nadie le pone caso, debido a que quienes están llamados a hacerlo son aquellos políticos a quienes les ha dado por autoproclamarse como “honorables”, pero que, son incapaces de actuar en consecuencia, por temor a las presiones que estos colectivos ejercen sobre la gran masa de votantes y que, en su mayoría, los mismos, provienen del seno de estas agrupaciones. Y esto sería lo de menos, si es que ponemos bajo la lupa la legalidad de muchos de estos, quienes ponen trabas a profesionales para poder ser miembro de algunos de ellos, lo cual, sin duda alguna, constituye una ilegalidad frente a la ley de leyes, donde, por demás, el erario, producto de los impuestos que se les cobra a todos los ciudadanos, tiene que destinar una gran cantidad de este, solo con la intención de “sostener” esos colectivos.

Esta situación ha llegado a tal grado, que hasta los escándalos que se producen en cada elección de sus bufetes directivos, sobrepasan los que se producen en las elecciones generales, pero, esto pasa por debajo de la puerta.

Quien no está colectivizado lo consideran como si fuese un paria y hasta los pobres padres de familia, que la mayoría sería poco leída, pero, eso sí, de tontos no tienen nada, son sagaces, astutos y, como ven los beneficios de pertenecer a un colectivo o sindicato, de inmediato crean el suyo.

 Es por eso, que nos encontramos con estos establecidos en cualquier esquina -como los motoconchistas- por ejemplo y, solo faltaría que la agrupación de las prostitutas, anuncien una marcha o un paro en busca de mejores beneficios, porque, en cuanto a los demás profesionales, la cosa no tiene parangón.

Los maestros agrupados en una asociación millonaria -al menos para sus directivos-, que no respetan las leyes y muy a pesar de haber logrado obtener un gran porciento del presupuesto nacional, supuestamente con el fin de mejorar o hacer eficiente la educación en el país y ellos tener un mejor nivel de vida, solo lo segundo es lo que importa, aunque siempre tomando lo primero como excusa y escudo, siendo y, en la realidad, un poder aparte.

De los médicos mejor ni hablar, cierran los hospitales públicos, pero no sus consultas privadas, en donde, siquiera el impuesto que deben pagar sobre lo que se ganan, aparecen en los recaudos del erario. ¿Los del transporte, los ingenieros y comerciantes? Bueno, mejor es no detallar y decir con propiedad que, nuestros colectivos actúan como chivos sin ley o como burros sueltos en la sabana. ¡Sí señor!

El Nacional

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