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Desaliento

Desaliento

Pedro P. Yermenos Forastieri

Resultaba difícil asimilar que las cosas, de forma súbita, cambiaron. Después de una carrera laboral en ascenso, la vida se empeñó en refrenar su vuelo.Se inició en el sistema judicial, asignada a un juzgado de paz de su ciudad natal. Apenas se iniciaron las manifestaciones de sus cualidades, sus empleadores la reconocieron colocándola en puestos más importantes.

Cuando se sintió tan estancada como la cotidianidad de su pueblo, empezó a gestionar ser trasladada a la capital. Pese al impacto por la noticia de su partida, sus superiores asumieron actitudes consecuentes. Ofrecieron referencias proporcionales a su desempeño.
Se emocionó cuando le notificaron su nueva asignación en una sala de la corte de apelación del Distrito Nacional, al servicio del magistrado presidente.

Aquello no era un cambio simple. Su vida sería impactada por el giro que implicaba su nueva realidad. Lejos de amilanarse, lo asumió como el reto que anhelaba, segura de que todo sería favorable.
Así fue. Al transcurrir el tiempo, sintió la satisfacción que produce confirmar el acierto de decisiones tomadas. Se sentía feliz al constatar el curso que iban tomando sus días.

No obstante, emprendedores como ella, no cesan de perseguir desafíos. Estaba convencida de que no había alcanzado su techo y que nuevos peldaños serían escalados.

Supo de una oferta en la principal telefónica del país y no vaciló en aplicar. Le sorprendió lo rápido que le llamaron. En menos de un mes se instalaba en una posición que valoró como el mayor premio recibido.

Seis años después llegó la tragedia: La pandemia que trastocó todo. Una dramática reducción de personal afectó muchas empresas. La de ella no fue la excepción. De pronto, se vio en su casa, sin trabajo y en medio del desquicio general que produjo la peste. Para colmo, su esposo también fue cesanteado y empezaron a sentir preocupación por su suerte y de tres hijos que habían procreado.

Una Firma de abogados le ofreció trabajo. La ilusión retornó. Empezaría en un mes. Al día siguiente de saberlo, su papá enfermó y murió en la casa de ella. Su duelo fue profundo. Supuso que el nuevo trabajo sería terapéutico.

A cinco días de iniciar, una llamada del colegio del segundo hijo trastornó sus planes.
El niño tenía deficit de atención y precisaba tratamiento especializado y seguimiento de su parte.
El desaliento la abatió. No fue fácil encontrar palabras para declinar un trabajo que necesitaba.