QUINTAESENCIA

Descalabro del PLD

Descalabro del PLD

Rafael Ciprián

¿Cuándo se descalabró el Partido de la Liberación Dominicana (PLD)?

Esa interrogante rememora la obra del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, Conversación en La Catedral, publicada en 1969. Sustituimos el verbo que usó el gran narrador, en su tercera novela, por considerarlo muy vulgar, en sus diversas connotaciones. Él se cuestionó: “¿Cuándo se jodió el Perú?”.

Objetivamente, la realidad actual del PLD es la de una organización política en crisis. La del Perú, más trágica y lamentable, es la de un país y la de una nación.

El PLD se descalabró a partir del 1990, cuando comenzó a renunciar a sus esencias, a sus orígenes, a su historia y a los propósitos, claros y estratégicos, que el profesor Juan Bosch trazó para justificar su creación, con la renuncia que presentó al Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Es conocido que el líder del partido morado de la estrella amarilla había dado un giro copernicano a su posición ideológica cuando decidió salir del PRD.

Recordemos que, de un partido de cuadros, de dirigentes, que vivíamos para los ideales libertarios y populares, pasó a convertirse en un partido de masas, en una maquinaria electoral, de personas que solo pensaban en su ascenso social al través de cargos públicos, como sueño pequeñoburgués escondido ante la presencia del líder.

Don Juan solía repetir hasta el cansancio que el periódico Vanguardia del Pueblo era el termómetro del PLD.

Por tanto, como andaba el periódico, andaba el partido. Los que escribíamos para él lo sabíamos. Y Vanguardia desapareció.   

Conforme nos comunicaba constantemente don Juan, a todos los que estábamos a su lado como militantes del PLD, la misión del partido era completar la obra patriótica que inició el patricio Juan Pablo Duarte, y sus seguidores. Nada más noble y necesario.

A partir de ahí se podría garantizar desde el poder la dignidad, la soberanía, la independencia y la felicidad del pueblo dominicano. Por eso luchamos.

Pero con la decadencia física y mental de don Juan, proceso normal de todo ser vivo, se desataron los vicios pequeños burgueses c él conocía muy bien.

Tales como el arribismo, el oportunismo, el protagonismo y el individualismo; el amiguismo, el egoísmo patológico y el grupismo; el chisme como arma política, la simulación, la mentira, la traición, etc. Trató sin éxito de encadenarlos dentro de una caja, como si fuera la de Pandora.

Esa caja estaba formada por los círculos de estudios y los organismos del partido. Don Juan procuró siempre mantenerla sobre una poderosa mesa.

Las cuatro patas que sostenían esa mesa eran la organización, la mística peledeísta, la disciplina y los métodos de trabajo.

Juan Bosch creía firmemente, y nos lo decía con seria preocupación, que su obra más importante era el PLD.