Cuerpo del delito
La verdad es que cuando el presidente Medina pide a la JCE que investigue si en su gobierno se utilizan recursos del Estado para promover su reelección uno se queda patidifuso.
¿Por qué?
Simplemente porque la campana electoral del PLD se desarrolla a la vista de todos y con significativa participación de los propios ciudadanos. Y porque no hay que ser ni abogado constitucionalista, ni intelectual para darse cuenta que tan aparatoso despliegue de vehículos, empleados públicos, propaganda, grupos de animadores, spots televisivos y de radio, etcétera, solo pueden sostenerse con raudales de dineros desviados del presupuesto de la nación.
Entonces, cabe preguntar, ¿y es que el presidente Medina está ciego y sordo, y tiene que pedirle a la Junta que investigue lo que todos ven? Un maestro siempre nos advertía: “si alguien en sus cabales les dice una cosa por otra, o no sabe lo que dice, o los quiere engañar”. Y Danilo está en sus cabales, y sabe muy bien lo que dice.
Lo que sucede es que esta democracia de pitcher y cátcher que nos gastamos ha devenido en un juego de mímicas, de máscaras, en la que el Palacio hace como que cumple, los jueces como que juzgan y las autoridades electorales como que son imparciales. Al final, la gente sabe que ninguno es, ni cree, lo que simula y alardea.
Por eso, en todas las encuestas recientes más del 70% de los dominicanos dice creer que el PLD usa los recursos del Estado para su campaña electoral. De ese porcentaje una buena parte es peledeista. No es extraño, porque en San Juan, la mayoría de la población sabe y cree lo que se dice de su Senador y sin embargo lo apoya con fuerza.
Es decir, en 12 años de ejercicio del poder el PLD ha generado una crisis de moralidad pública que ha arrastrado a importantes franjas de la sociedad a una doble condición: víctima y cómplice. El comandito de campana que coordinan Peralta y Marchena en el Palacio es, en buen derecho, cuerpo del delito.