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¿Dictadura igual a la de Somoza?

¿Dictadura igual a la de Somoza?

Nicaragua padece hoy otra dictadura idéntica a la sufrida por Anastasio Somoza García (Tacho), y sus hijos Tachito y Luis, con el tándem Daniel Ortega y esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, que amenaza con un estallido inexorable y cercano, por la mayoría nicaragüense opuesta a vivir otra vez en dictadura.

Empezando porque desde el inicio de las protestas cívicas, en abril de 2018, la dictadura ha asesinado a 651 nicaragüenses conforme arqueo oposición y organismos de derechos humanos, el dictador Ortega admite 328, y 68 presos por ejercer derecho a disentir y protestar, y un régimen que asesine y encarcele a sus contradictores no es una democracia.

El 15 de febrero pasado, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia reportó 61 presos políticos, con la excarcelación la víspera de ocho, 58 varones y tres mujeres, encarcelados por rechazar el desgobierno Ortega-Murillo, entendiendo que rechazar no infiere delito.

Es inadmisible en democracia eliminar ni encarcelar opositores, porque entonces es una dictadura, que es hoy Nicaragua de los esposos Ortega-Murillo.

Ernesto Cardenal, sacerdote, poeta, guerrillero por la libertad, cumbre literaria y honor del original sandinismo, fallecido recién el día primero de este mes de marzo, 95 años, paro cardíaco, fue el preso de conciencia más luminoso de la dictadura de esposos Ortega-Murillo, confinado por disentir, traicionando los postulados sandinistas, que libró una larga y cruenta guerra para liquidar la dictadura somocista y renacer la libertad, hoy negada a sus paisanos por el tándem Ortega-Murillo.

Es la primera vez recuerdo un país esposos son presidente y vicepresidente.

Eso no ocurrió en la dictadura somocista de padre e hijos, Tachito y Luis; en RD con Rafael Leónidas Trujillo; Cuba con Fulgencio Batista; Chile con Augusto Pinochet; Stroessner en Paraguay; Argentina con la jauría de dictadores Bignone, Onganía, Galtieri, Videla; Bolivia con Mesa, Ovando, Barrientos, Natuch, Gueiler.

Decretar el dictador Ortega tres días de duelo por la desmaterialización del padre Cardenal y enviar una turba de rastreros, como es Ortega, un rastrero irreverente y nauseabundo, a la Catedral de Managua en las honras fúnebres del exministro de Cultura sandinista, es doble burla cruel al sufrimiento que le causó preso, evidencia de la doble moral sin moral de Daniel, derivado de guerrillero por la libertad a dictador criminal y ladrón, conforme son todos los dictadores, con excepción del paraguayo José Gaspar de Francia, jesuita, cartujo y tétrico.

Ortega prohíbe a sus paisanos desde el inicio de las protestas de abril de 2018 rechazar su dictadura y usar la bandera nica blanca y azul en las protestas, contrarias a la garantía constitucional.

El día diez de enero reciente, Daniel Ortega cumplió trece años de dictadura, sin vislumbrarse superación de crisis política, donde colapsó la democracia y el derecho a disentir los nicas por la tiranía que padecen.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), responsabilizan a Rosario Murillo, su hijo Laureano, al consuegro y jefe de la Policía, Francisco Díaz, al tesorero del FSLN, Francisco López y al presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, de ejecuciones extrajudiciales, torturas, secuestros y violaciones sexuales, entre otros crímenes de lesa humanidad.

El escenario político nica demuestra todo lo contrario a una democracia, y en ese contexto, hay elecciones programadas para 2021, una nueva farsa que el país en su conjunto, debe oponerse a participar y negarse a secundar la vagabundería del tándem Ortega-Murillo, ensombreciendo aún más el panorama político, presagiando una guerra civil, o peor, un abrupto magnicidio, recordando el realizado por Pascual Rigoberto López Pérez, que solitario, el 21 de septiembre de 1956, ajustició al viejo Tacho con cuatro tiros en el pecho de su revólver Smith y Wesson, en la Casa del Obrero de la ciudad de León.

El presidente Dwight Eisenhower condenó la osadía heroica del ajusticiamiento, ordenando enviar a Tacho, moribundo, al hospital militar norteamericano en la zona del canal en Panamá, siendo infructuosos los intentos médicos por salvarlo.

El 13 de diciembre pasado, la vicepresidenta Rosario Murillo, emitió declaración difundida por EFE, dirigida a la oposición en estos términos:
“Ya dejen de joder, por favor. Con la paz no se juega, Ya dejen de joder, ya dejen de joder, déjenos en paz”.

Conforme es posible apreciar, la vicepresidenta y Primera Dama, invierte a su acomodo, los términos del escenario político nica, porque en verdad, quienes tienen y deben dejar de joder y dejar en paz a su país, son ella y su consorte y presidente Daniel Ortega, opción que debieran en correcto juicio proceder, evitando un baño de sangre a Nicaragua, en el que, de producirse, quizás ambos resultarían siniestrados con abrupta irrupción de otro Pascual Rigoberto López Pérez.

Dedicatoria
Dedicado a Sergio Ramírez Mercado.

El Nacional

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